Uno de esos nuevos inventos, procedente como muchos otros de los laboratorios de Edison, asombró a los países civilizados: el fonógrafo.
Al principio el fonógrafo utilizaba cilindros de cartón recubiertos de estaño, más tarde de cartón parafinado y finalmente, de cera sólida, de mayor calidad y durabilidad.
Años después, en su visita a los Estados Unidos, con motivo de su invitación al centenario de la Universidad de Clark, pudo ver una nueva máquina que sustituía al fonógrafo, el gramófono.
Cajal propuso también soluciones para otros dos problemas que tenía el gramófono: la poca sensibilidad, siendo difícil o imposible grabar un discurso aunque se hubiera pronunciado a corta distancia, y la poca potencia del sonido emitido. Para solucionar el tema de la poca sensibilidad, Cajal inventó fotofonógrafo. En este aparato el sonido se registraba mediante un haz de luz proyectado sobre un espejo circular fijado a una membrana de mica que recibía las vibraciones del sonido. La luz reflejada en el espejo impresionaba una placa fotográfica sometida a un movimiento giratorio. Una vez más, Edison había desarrollado una idea semejante y “había obtenido patente, poco antes, para un invento, si no igual, fundado también en el mismo principio“.
Para amplificar el sonido, Cajal inventó el microfonógrafo. El sonido se transmite a través de una aguja de acero aun disco giratorio de cristal recubierto con negro de humo. Se realiza una copia dos o tres veces mayor utilizando el procedimiento del colodión y, por último, se hace un fotorrelieve de cristal cubierto de gelatina bicromatada. De este modo se consiguen “grandes discos, que montados en una rueda giratoria movida a manubrio, se hacen oír a grandes distancias“.
Otro ámbito en el que Cajal demostró su capacidad como inventor y su fracaso como emprendedor fue la fotografía. Cajal, un apasionado de la fotografía, fabricaba sus propias placas de gelatino-bromuro con una excelente calidad, y consiguió producir unas placas que solo necesitaban tres segundos, en vez de los habituales tres minutos de las placas de colodión húmedo. Fue un precursor de las «instantáneas», las fotografías de exposición corta que se harían con el mercado. Realizó una prueba en una corrida de toros en Zaragoza y fue un éxito en los medios profesionales pero no surgió ningún socio capitalista y cuando estaba animado a hacerlo por su cuenta le llegó la noticia de que Edison acababa de patentar un sistema fotográfico con los mismos principios teóricos. Como él mismo decía «habría podido crear en España una industria importantísima…» No era una exageración, unos años antes, en la década de los 1850 era tal el interés en Europa por la nueva técnica de registro de imágenes que R. Neard había ganado en un solo año unas 40.000 libras y Disideri unas 48.000, auténticas fortunas, a través de la comercialización de daguerrotipos y placas, a pesar de que todavía eran muy imperfectos, mucho peores que los de Cajal.
Otro ámbito en el que también fue un precursor fue el del microfilm. No fue el inventor como se ha dicho alguna vez pues ya John Benjamin Dancer en 1839 empezó a fotografiar textos e hizo las primeras fotos microscópicas montadas en portaobjetos de microscopio, y René Dragon obtuvo la primera patente utilizando las técnicas de Dancer en 1857 y vendía dijes con microfotografías para los enamorados, pero Cajal exploró también sus posibilidades y se conserva un autorretrato de él reducido cuatro veces para su observación al microscopio.
Quizá hay que incluir también en su haber como inventor la gran cantidad de mejoras técnicas y nuevos avances producidos en el ámbito de las tinciones e impregnaciones histológicas.
Como pasa a menudo en la vida, aunque en su juventud y madurez Cajal tuvo esa viva inteligencia práctica y ese espíritu innovador, con los años desarrolló una actitud mucho más crítica sobre las nuevas tecnologías. En su libro El mundo visto a los ochenta años. Memorias de un arterioesclerótico, escrito a comienzos de los 1930, se queja en un capítulo titulado El delirio de la velocidad de esa locura por movernos cada vez más rápido.
Todo esto pasó a la historia. Los ingenuos no podían soportar tanta lentitud y tanta barbarie, e inventaron para remediarlas la locomotora. Desde entonces, tiempo y espacio nos impacientan y atosigan.
Es curioso porque precisamente el ferrocarril fue una de las cosas que más le impactó en la adolescencia y así cuenta en su autobiografía Mi infancia y juventud, cuando a los 14 o 15 años subió con su abuelo en la estación de Almudévar para dirigirse a Huesca:
…Y así, cuando apareció el tren experimenté sensación de sorpresa mezclada de pavor. A la verdad, el aspecto del formidable artilugio era nada tranquilizador. Delante de mí avanzaba, imponente y amenazadora, cierta mole negra, disforme, compuesta de bielas, palancas, engranajes, ruedas y cilindros. Semejaba a un animal apocalíptico, especie de ballena colosal forjada con metal y carbón.
Paralizado por el terror, dije a mi abuelo:
-¡Yo no me embarco!… Prefiero marchar a pie…
En sus últimas memorias, tras comentar como un cascarrabias sobre esa manía de la velocidad, continúa sus críticas ahora contra el automóvil:
Pero no bastó el tren para satisfacer el loco afán de rapidez vertiginosa. Surgió, cual milagro de la mecánica yanqui o francesa, el automóvil. Y nosotros que apenas disponíamos de pecunia para viajar en ferrocarril, acogimos frenéticos la nueva invención y su derivado, el siniestro autobús.
Puestos a criticar el automóvil, Cajal no desperdicia ningún argumento:
…el automóvil ha producido efectos morales inesperados en las grandes urbes. De hecho, el callejeo indolente y el piropo gentil a las buenas mozas han quedado suprimidos. Mujeres y hombres cuidan vigilantes de resguardar sus palmitos del ataque de los brutales caballos mecánicos.
La conclusión es terrible:
El artefacto automotor es una máquina deleznable. El menor choque la deteriora. Y hay que recomponerla y, lo que es más oneroso, renovarla cada cuatro o seis años, vidas media del automóvil. Acondicionadas las carreteras por carros y caballerías, las hemos convertido en pistas de campeonatos. Y la carretera se ha vengado de nuestra imprudencia causándonos toda clase de accidentes luctuosos.
El siguiente apartado de este capítulo tiene un título también bastante gráfico: El aeroplano homicida al que califica de «nuevo juguete peligrosísimo», y lo describe como «audaz y temerario en la guerra, es casi tan temible en la paz», «Moloc de la ciencia aplicada al que se sacrifican anualmente centenares de víctimas». Cajal dice que «no conozco ningún aviador activo que haya alcanzado la cincuentena. Todos mueren de accidente, y lo curioso es que en ninguna nación faltan candidatos a la muerte violenta».
Cajal termina afirmando que «los motores de explosión son instrumentos reguladores de la demografía. Gracias a ellos se mantiene da cifra de población en límites prudenciales». Un mensaje malthusiano demoledor para un gran invento y el principal desarrollo industrial del siglo XX, de quien tuvo también mucho de inventor.
Finalmente, Cajal comenta, también en esta última obra, la autobiografia El mundo visto a los ochenta años los problemas para nuestro país por importar los nuevos inventos y no ser capaces de generarlos y comercializarlos, dañando gravemente nuestra balanza de exportaciones e importaciones. Así, comenta don Santiago, mientras que en algunas disciplinas científicas comenzamos a estar a los niveles de otro países, en otras no así y «sobre todo en el ámbito de la invención industrial».
Para leer más:
- Cabrera y Felipe B (1936) Evolución de los conceptos físicos y lenguaje. Discurso de ingreso en la Real Academia Española. http://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_de_ingreso_Blas_Carrera_y_Felipe.pdf
- Freire M, García-López P (2008) Cajal: ciencia, arte y técnica de lo microscópico. En: El discreto encanto de la tecnología. Artes en España. Giannetti C, ed.) Ministerio de Cultura, Madrid.
- Ramón y Cajal S (2004) La fotografía de los colores: Fundamentos científicos y reglas práctica. Nicolás Moya, Madrid 1912, 2ª ed. Ed. Clan, Madrid.
- Ramón y Cajal S (2007) Mi infancia y juventud. El mundo visto a los ochenta años. Ed. Prames, Zaragoza.
2 respuestas a «Cajal, inventor»
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[…] Ver noticia original Fecha de alta: 28-07-2014lamazmorradelandroide.com, Cajal, inventorValoración: 3 sobre 5 <<<Tecnología médica en impresoras 3D ayuda a revivir instrumentos musicales La nebulosa Cabeza de Caballo del azul al infrarrojo>>> […]