Don Pío, que así era conocido, nació en Portillo (Valladolid), el 5 de mayo de 1882, hijo de un labrador rico. Con el tiempo heredó el castillo de su pueblo natal, que donaría a la Universidad de Valladolid.
Río Hortega empieza los estudios de Medicina en la Universidad de Valladolid y el catedrático de Histología y Anatomía Patológica, Leopoldo López García, le inculca el interés por los estudios microscópicos. Asombrado por el dominio artístico del joven estudiante, le incorpora como dibujante de la Cátedra. Se licencia en 1905 y dos años más tarde es nombrado médico titular de su pueblo natal, Portillo, ejerciendo estas funciones hasta 1910.
En 1912 atraído por el prestigio de la escuela de Cajal se traslada a Madrid, recalando en el grupo de trabajo de Nicolás Achúcarro, que le recibe cordialmente en el Laboratorio de la Junta para la Ampliación de Estudios.
A su vuelta a España se reincorpora al grupo de Achúcarro, que se encontraba ubicado provisionalmente en el Laboratorio de Investigaciones Biológicas de Cajal. Allí recibe una asignación económica, que posteriormente descubre procede de su jefe; es decir, Achúcarro le pasa la mitad de su sueldo intentando que Río Hortega no lo sepa. Achúcarro cae enfermo en 1917 y muere en 1918, a los 38 años. A pesar de su juventud, Río-Hortega es nombrado director del laboratorio de Histología Normal y Patológica en 1919 a propuesta de Ramón y Cajal. Ese mismo año se le concede el premio Achúcarro y es nombrado jefe del Laboratorio de Histopatología del Hospital General de Madrid.
…al lado de Cajal me sentí estimulado y deprimido, experimenté alegrías y amarguras, gocé de las más hondas emociones…; mi vida está llena de Cajal y su recuerdo se ha incrustado en mi cerebro.
Río-Hortega se especializa en el estudio de la otra gran población de células del cerebro, además de las neuronas, las células gliales. Aunque sean mucho más numerosas que los billones de neuronas del cerebro, en una proporción de 10 a 1, las células gliales tienen una historia más confusa. No fueron puestas de manifiesto con claridad, como elementos distintos a las neuronas, hasta la aparición de la técnica de Golgi. A continuación surgió el interés sobre su origen, su función y su relación con algunas patologías. Rudolf Virchow postuló que la inflamación de los ventrículos cerebrales era indicativa de la presencia de tejido conjuntivo y consideraba esta masilla de células como un soporte pasivo para las células nerviosas. En 1865 se publica un trabajo póstumo de Deiters (había muerto dos años antes) donde indica que las células cerebrales sin axón no son neuronas. Esta distinción fue posteriormente apoyada por Golgi como el único criterio válido para distinguir las células gliales. Finalmente Golgi, Nansen y Virchow demuestran que las neuroglía derivaba embriológicamente de la misma capa que las neuronas, el ectodermo, y por lo tanto no son un tejido conjuntivo.
Las células gliales constituyen el 90% de las células del encéfalo. De ese número es donde viene la frase incongruente y estúpida de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro. Hasta hace treinta años, los investigadores creían que las neuronas se comunicaban entre sí, construyendo nuestros pensamientos mientras que la glía era una especie de mortero –su nombre proviene del término griego para “pegamento”- en la cual las neuronas estaban embebidas. Actualmente sabemos que son más importantes y mucho más poderosas que lo que se pensaba hasta hace poco tiempo.
Río Hortega utiliza las técnicas de Golgi y Cajal con variantes y nuevos métodos desarrollados por él mismo y permite observar y describir las células gliales con una claridad antes impensable.
En los años 1960 se empezaron a hacer más estudios con las células gliales. Con la llegada de los experimentos in vitro, se vio que para que las neuronas pudiesen sobrevivir en un tubo de ensayo tenían que estar acompañadas de células gliales.
Los astrocitos han recibido un gran interés recientemente y se ha visto que son más grandes y más numerosos en los cerebros más complejos, alcanzando su culmen en los humanos. Los astrocitos o algunos de ellos pueden convertirse en células madre adultas, dando lugar a otros tipos celulares, incluidos neuronas, algo impensable hace pocos años. Además, controlan el flujo sanguíneo a distintas regiones cerebrales por lo que son claves en el funcionamiento del sistema nervioso central. La conclusión es que las interacciones neuronas-glía son mucho más complejas y significativas de lo que se creía y que las células gliales no son un elemento inerte o pasivo sino jugadores clave en la función cerebral.
Tras sus pioneros descubrimientos sobre la glía, Río Hortega siguió con su ingente capacidad de trabajo, recibiendo un gran número de discípulos, nacionales y extranjeros y obteniendo numerosos reconocimientos: caballero de la Legión de Honor, Miembro de honor de sociedades europeas y americanas y propuesto dos veces como candidato al Premio Nobel (1929 y 1937). Sin embargo, no hay que olvidar que Río Hortega vive en España.
Poco después, la Guerra Civil asolaba España. Río Hortega, que era director del Instituto Nacional del Cáncer en España acude al IIIº Congreso Internacional que se celebra en Bruselas en septiembre, donde también se pide ayuda internacional para el gobierno de la República. A la vuelta se aloja en el Colegio Español de la Ciudad Universitaria de París, donde residen Blas Cabrera, Solana, Américo Castro o Baroja. Aunque hay quien piensa que va a esperar allí a que las cosas mejoren, Don Pío vuelve a Madrid pese a que la ciudad parece próxima a ser tomada por las tropas de Franco. Su Instituto está cercan de la línea del frente y es bombardeado. La sobrina de Río Hortega, Asunción Amo del Río y su amigo íntimo, Nicolás Gómez del Moral, van al instituto a intentar recuperar las preparaciones histológicas y ponen a salvo unas 5.000.
Hortega sigue al gobierno en el curso de la guerra, trasladándose a Valencia, junto con otros intelectuales, artistas y profesores, que ha sido declarada capital de la República Española. En Valencia publica el 27 de noviembre de 1936 un artículo en “La Verdad” donde escribe
Con entereza magnífica y desprovista de medios bélicos, sin armas ni soldados, aguanta el país y su gobierno legítimo esta guerra no buscada, sino impuesta; guerra que es a la vez civil e internacional aunque no quiera reconocer esto último ninguna potencia extranjera.
Río Hortega pide permiso y pasa gran parte de la guerra en París y posteriormente en Londres y Oxford. En esta última ciudad es designado Doctor honoris causa por su universidad, ceremonia a la que asiste el premio Nobel Charles Scott Sherrington, a pesar de su avanzada edad. Sherrington le habla en el español que aprendió a los 60 años para poder leer los trabajos originales de Cajal. El inicio de la II Guerra Mundial hace que muchos de los exiliados españoles residentes en Inglaterra marchen a diferentes países hispanoamericanos, fundamentalmente a México.
Entre las necrológicas publicadas en los periódicos por los exiliados españoles se escribieron estas frases:
Tenía fe en su pueblo, creía en la ciencia, y confiaba en algo cierto: en que solo la libertad de los pueblos desata las energías creadoras de la vida y asegura un progreso indefinido y pujante de las ciencias y las artes.
Era un hombre de ciencia auténtico, de los nuestros, de los que mantuvieron la bandera de la democracia, del antinazismo, del republicanismo hasta el último soplo vital.
Desde octubre de 1986, sus restos descansan en el Panteón de Hombres Ilustres del cementerio de Valladolid y el hospital lleva con todo merecimiento no el nombre de un río, sino de un Río, un científico ejemplar.
Para leer más:
- Aguirre de Viani C, Jiménez Carmena JJ (1991) Pío del Río Hortega. Junta de Castilla y León, Valladolid.
- De Castro F (1981) Cajal y la Escuela Neurológica española. Ed. Universidad Complutense, Madrid.
- Koob A (2009) The root of thought : unlocking glia–the brain cell that will help us sharpen our wits, heal injury, and treat brain disease. FT Press, Upper Saddle River, N.J.
- López Piñero JM (1990) Pío del Río-Hortega. Biblioteca de la Ciencia Española, 1. Fundación Banco Exterior. Madrid.
- Río Hortega P del (1986) El Maestro y yo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.
10 respuestas a “Don Pío, la glía y la guerra”
[…] Don Pío, la glía y la guerra […]
gracias por todos tus artículos, con ellos nos hacemos más sabios y conocedores de una cultura que va desapareciendo.
Jose Ramon, es un placer leerte. Con esfuerzo has recopilado ordenadamente historias sobre Don Pio que había oído a través de Don Vicente Alcober Coloma, que se jactaba de haber sido alumno de Don Pio. En su laboratorio (el de D. Vicente Alcober) vi preparaciones de microglia con la técnica de carbonato de plata según receta original de Don Pio. Fue realmente un personaje notable, otro más ensombrecido por la figura colosal de Cajal.
Gracias de nuevo,
Un abrazo
Querido Fernando
¡Qué alegría saber de ti! Gracias por el comentario. Es una historia tan cercana a nosotros y que se irá desvaneciendo si no lo contamos. Espero que estés bien y con muchas cosas en marcha como siempre. Un gran abrazo,
JR
Muy buen post, gracias !
[…] del Río-Hortega acabó sus días en el exilio. Las necrológicas de la época, como recopilaba el catedrático José Ramón Alonso, le describieron como "un hombre de ciencia auténtico", de los que "mantuvieron la bandera de la […]
[…] del Río-Hortega acabó sus días en el exilio. Las necrológicas de la época, como recopilaba el catedrático José Ramón Alonso, le describieron como “un hombre de ciencia auténtico”, de los que “mantuvieron […]
[…] del Río-Hortega acabó sus días en el exilio. Las necrológicas de la época, como recopilaba el catedrático José Ramón Alonso, le describieron como "un hombre de ciencia auténtico", de los que "mantuvieron la […]
[…] del Río-Hortega acabó sus días en el exilio. Las necrológicas de la época, como recopilaba el catedrático José Ramón Alonso, le describieron como “un hombre de ciencia auténtico”, de los que “mantuvieron […]
La importancia de conocer la GLIA,nos permite entender el desarrollo del cerebro del fisico Albert Einstein que poseía un poco mas de » células gliales» .