La diversidad biológica fue siendo conocida al mismo tiempo que se completaba el registro geográfico. Los ojos europeos vieron por primera vez un canguro en 1770 y en las décadas siguientes contemplaron con asombro también por primera vez emus, orangutanes, traídos por la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, y dragones de Comodo.
Hannón el navegante, un explorador cartaginés del siglo V antes de Cristo había explorado la costa de África,
Las mujeres eran mucho más numerosas que los hombres y tenían gruesas pieles. Nuestros intérpretes los llamaron Gorillai [que significaba tribu de mujeres peludas]. Les perseguimos pero no pudimos capturar a ninguno de los hombres; se subían a la cima de precipicios a los que trepaban con facilidad y nos tiraban rocas. Capturamos tres de las mujeres pero luchaban de forma tan violenta, mordiendo y desgarrando a sus captores, que tuvimos que matarlas y las arrancamos su piel que llevamos de vuelta a Cartago. Habiéndonos quedado sin provisiones no pudimos ir más allá.
El historiador romano Plinio el viejo contaba que esas pieles de gorila estuvieron en el templo de la diosa Tanit hasta que el ejército romano, bajo el mando de Escipión Emiliano, destruyó Cartago.
Owen conocía los gorilas. Había recibido el primer esqueleto completo en 1851 y en 1859 un cuerpo entero de un macho sumergido en aguardiente pero esos especímenes no eran conocidos del público. Du Chaillu salió al escenario entre dos gorilas disecados en una pose de agresividad y violencia, algo que no encaja demasiado con la imagen actual de estos animales herbívoros pero que consiguió la atención asustada del público. Un año y medio antes, Darwin había publicado “El Origen de las Especies” y la posición del hombre en la naturaleza y nuestra relación con animales parecidos a nosotros como los grandes simios eran temas de ardiente actualidad y acalorados debates. Inmediatamente se produjo un enfrentamiento entre Huxley y Owen. Los periódicos, más interesados en los temas científicos que los actuales, lo llamaron “the Gorilla War”, la guerra del gorila.
Los dos animales erguidos a dos patas fueron mostrado como gigantes violentos y peligrosos, un reto a la supremacía del hombre.
Aunque el tema que subyacía era si el hombre era una especie más de la naturaleza o un ser excepcional, separado claramente del resto de los animales, la discusión se centró en el cerebro. Parece lógico, todo aquello que pensamos que define a un ser humano, que le convierte en un ser distinto, está ahí. Richard Owen había publicados varios artículos científicos sobre las diferencias anatómicas entre simios y hombres y su conclusión final era su punto de partida, que ambos grupos habían sido creados independientemente y era imposible que unos hubieran derivado hacia los otros.
Owen había reconocido que había una gran similitud de estructura: cada diente y cada hueso tenía su homólogo entre los grandes simios y los humanos, pero al llegar al órgano más importante, al cerebro había –según él- tres diferencias fundamentales: los simios no tenían en su cerebro un lóbulo posterior, no tenían un asta posterior en los ventrículos y no tenían un hipocampo menor, dando la máxima importancia a esta última estructura. Owen llegó a proclamar que esta estructura, el hipocampo menor, era básica para que el hombre completara su destino como ser supremo de la creación teniendo a su disposición todos los demás seres creados.
Huxley pensó que la apuesta por el hippocampus minor era un grave patinazo de Owen y una magnífica oportunidad para vencerle y desacreditarle. Huxley empezó a hacer disecciones sistemáticas de los cerebros de monos buscando esta estructura con la firme determinación de arrastrar a Owen y sus argumentos por el barro: “antes de que acabe con las patrañas de ese mentiroso, le clavaré como una cometa a la puerta de un granero como ejemplo para todos los que hacen mal las cosas”.
Owen se encastilló en sus argumentos y llegó a decir que “el cerebro del gorila se diferencia más del cerebro del hombre que del primate más inferior” insistiendo en sus argumentos de que eso era debido a que solo el hombre tiene un lóbulo posterior, un asta posterior en los ventrículos y un hipocampo menor. A finales de 1860 Huxley estaba desquiciado por la pérdida de su hijo por una escarlatina y puso su furia en un artículo en el que atacaba a Owen, sus ideas y su profesionalidad diciendo que era “culpable de una falsedad voluntaria y deliberada”. El debate continuaba y tras la presentación de Du Chaillu y sus animales disecados, Owen dio una charla sobre los cerebros del “gorila y el negro” reiterando que solo los humanos tienen el hippocampus minor.
Mientras, George Rolleston encontró las tres características supuestamente exclusivas del cerebro humano en el cerebro del orangután. Owen respondió diciendo que era un tema de definición anatómica. Huxley le dio otra vuelta de tuerca entonces haciendo una disección en público del cerebro de un mono araña que había fallecido en el zoo de Londres y demostrando la presencia de las tres estructuras en disputa. John Marshall publicó otro artículo encontrando las estructuras en el cerebro del chimpancé y mostrando cómo un cerebro si no se extrae bien y no se preserva adecuadamente mostraría un aspecto similar a las ilustraciones de Owen.
El debate se volvió internacional. Dos anatomistas holandeses Jacobus Schroeder van der Kolk y Willem Vrolik vieron que Owen había usado repetidamente su ilustración de 1849 del cerebro de un chimpancé y para evitar confundir al público hicieron la disección de un orangután que había muerto en el zoológico de Ámsterdam informando en una reunión de la Real Academia Holandesa de las Artes y la Ciencia que el cerebro tenía las tres características anatómicas que Owen decía ser exclusivas de los humanos. Admitieron incluso que su ilustración anterior era incorrecta por su modo de extraer el cerebro y sugirieron que Owen estaba “perdido” y había “caído en una trampa”. Huxley, implacable, se encargó de reimprimir aquel informe y traducirlo al francés para darle aún más difusión. Huxley debía ser un excelente amigo pero era aún más formidable como enemigo.
Owen fue descrito por varios de sus coetáneos como una persona “con tendencias sádicas”, “adicto a la controversia y con una tendencia a la arrogancia y los celos”, un “maldito mentiroso”, un “egoísta fanático” mientras que otro comentó que era “una pena que alguien con tanto talento fuese tan ruin y envidioso”. Owen intentó robar distintos descubrimientos a algunos científicos y plagió a otros y cuando Darwin que debía ser un hombre bastante bondadoso se enteró de que Owen estaba intentando quitar la subvención que recibía Hooker, otro darwinista, para la colección de los jardines botánicos de Kew dijo “Me deba vergüenza odiarle tanto, pero ahora podré disfrutar cuidadosamente de mi odio y mi desprecio hasta los últimos días de mi vida”.
Las estatuas de Owen y Darwin estuvieron colocadas en la Sala Norte del Museo de Historia Natural del Reino Unido.
Para leer más:
- Gould SJ (2011) A seahorse for all races. En: Leonardo’s Mountain of Clams and the Diet of Worms: Essays on Natural History. Harvard University Press, Cambridge (MA) pp. 119-140.
- Quammen D (2013) Planet of the Ape ‘Between Man and Beast,’ by Monte Reel. The New York Times. Sunday Book Review. 7 de abril. http://www.nytimes.com/2013/04/07/books/review/between-man-and-beast-by-monte-reel.html?pagewanted=1&nl=books&emc=edit_bk_20130405
- Reel M (2013) Between man and beast. An Unlikely Explorer, the Evolution Debates, and the African Adventure That Took the Victorian World by Storm. DoubleDay
- http://www.livius.org/ha-hd/hanno/hanno02.html
Resumen La depresión clínica es una enfermedad física y psíquica que presenta bases neuropatológicas, sin embargo aún no se tiene un conocimiento exacto del origen o causas de esta enfermedad. Se conoce que existe un componente genético, aunque el componente ambiental en el desarrollo de la depresión es innegable. El estrés juega un rol esencial en el desencadenamiento de la depresión. La interacción y respuesta del sistema endocrino, inmune y nervioso se encuentran afectadas en este desorden. La observación de los efectos de los antidepresivos sobre la neurotransmisión monoaminérgica ha llevado hace muchos años a la hipótesis de las monoaminas de la depresión. Sin embargo, esta hipótesis ya no puede explicar muchos de los efectos de las drogas antidepresivas. La nueva hipótesis para explicar los efectos de los antidepresivos es la de neuroplasticidad neuronal. Esta hipótesis propone que los cambios que esas drogas producen sobre diversos sistemas, entre ellos el sistema nervioso, el inmune y el endocrino, son capaces de inducir cambios neuroadaptativos en el cerebro. La neuroplasticidad ha sido definida como la habilidad del cerebro para reorganizarse a sí mismo y formar nuevas conexiones neuronales a lo largo de la vida. Se propone que el mecanismo por el cual los antidepresivos logran sus efectos es mediante la neuroplasticidad.