La muerte de otro perro. Another Dog’s Death

john-updikeLlevaba días muriendo la pobre y vieja perra,
su espalda atenazada hasta la columna
y arqueada para aliviar el dolor,
sus riñones secos, su hocico blanco.
Finalmente me llevé una pala al bosque y le cavé una tumba

en preparación para lo seguro.
Ella me acompañó, yo no lo esperaba.
De hecho, con los niños fuera,
estas expediciones eran escasas, y la perra
esterilizada de joven, no conocía ninguna palabra no humana para el amor.

Consiguió que sus patas rígidas trotaran y meneó su cola doblada.
Encontramos un lugar que nos gustaba, donde los pinos se encontraban con el campo.
El sol calentaba su pelaje mientras daba cabezadas y yo cavaba;
le excavé un lugar seguro mientras ella me protegía.

Medí su tamaño con el largo mango de la pala;
se espabiló divertida, y olisqueó el montón de tierra.
De vuelta en casa parecía más animada
pero tuvo arcadas comiendo. Llamamos al veterinario unos días más tarde.

Eran viejos amigos. Ella le dio la pata, y él
le inyectó un fluido violeta. Se desmayó en la hierba;
vimos su respiración acelerada ralentizarse y cesar.
En la carretilla, de camino al agujero, su pelaje cálido brillaba.

John Updike

 

For days the good old bitch had been dying, her back pinched down to the spine and arched to ease the pain,
her kidneys dry, her muzzle white. At last
I took a shovel into the woods and dug her grave

in preparation for the certain. She came along,
which I had not expected. Still, the children gone,
such expeditions were rare, and the dog,
spayed early, knew no nonhuman word for love.

She made her stiff legs trot and let her bent tail wag.

We found a spot we liked, where the pines met the field.
The sun warmed her fur as she dozed and I dug;
I carved her a safe place while she protected me.

I measured her length with the shovel’s long handle;
she perked in amusement, and sniffed the heaped-up earth.
Back down at the house, she seemed friskier,
but gagged, eating. We called the vet a few days later.

They were old friends. She held up a paw, and he
injected a violet fluid. She swooned on the lawn;
we watched her breathing quickly slow and cease.
In a wheelbarrow up to the hole, her warm fur shone.

John Updike

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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