Cuvier
Ciencia, ciencia, ciencia
Todo es hermoso
Medidas craneales
apiladas en las páginas de mi cuaderno
Y me estoy acercando,
más cerca de cómo esos números
significan aspectos del
carácter nacional.
Sus genitales
flotarán dentro un bote
etiquetado en una estantería
del Museo del Hombre
sobre el cerebro de Broca
la Venus Hotentote.
No sabemos su fecha de nacimiento, ni donde nació y ni siguiera estamos seguros de cuál era su etnia. Parece que formaba parte del pueblo khoikhoi, que se denominaban a si mismos los “hombres de los hombres” o “los hombres con animales” puesto que tenían ganado y animales domésticos frente a los San, cazadores-recolectores de la misma región. Los colonos holandeses les llamaron “hotentots”, un término peyorativo que significaba tartamudos asombrados por las lenguas de chasquidos de aquellos hombres pequeños, con una estatura promedio de 1,50 metros y piel oscura.
Baartman con su pequeño cuerpo, no llegaba al 1,40, y sus enormes nalgas (esteatopigia) fue mostrada al público. Era exhibida con un mínimo de ropa y su empresario le daba órdenes en holandés como siéntate, ponte en pie, date la vuelta. Si ella se mostraba poco cooperadora le amenazaba. En una ocasión un hombre del público que hablaba holandés le intentó preguntar algo pero su “mánager” acalló sus respuestas y le sacó llorando del escenario. Los grupos de doce o más personas tenían derecho a una exhibición privada donde quizá podían ver otra de sus peculiaridades anatómicas, la hipertrofia de los labios menores de sus genitales que le colgaban como unas pequeñas telas.
Charles Matthews que visitó la exhibición la recordaba “rodeada por muchas personas, algunas mujeres: una la pellizcaba, un caballero le daba con su bastón, una dama usó su parasol para comprobar que todo era, como lo llamó, “natural””. Eran aquellas curvas insólitas lo que al parecer generaba la incredulidad y atracción de aquellos curiosos. Sarah era expuesta junto con otras atracciones incluyendo el niño moteado, el elegante enano Conde Boruwalski, Daniel Lambert un hombre de 36 años que pesaba más de 315 kilos, y miss Crackham, una joven que medía 56 centímetros y era anunciada como “El Hada siciliana”.
En septiembre de 1814 fue vendida y trasladada a Paris, bajo la tutela de un empresario de animales salvajes llamado Réaux. Según el “Journal des dames et des modes”: “Se abrían las puertas del salón y se veía entrar a la Venus Hotentote, una venus calipígea [un término de las esculturas clásicas que significaba “de hermosas nalgas”]. Se le daban caramelos para animarle a que bailara y cantara. Le decían que era la mujer más hermosa de toda la sociedad. “ Todo ello por el módico precio de entrada de tres francos.
En marzo de 1815, durante tres días y a petición de Georges Cuvier, un equipo de zoólogos, anatomistas y fisiólogos que incluía también a Geoffroy St. Hilaire y a Henri de Blainville examinó a Baartman.
Cuando nos encontramos con ella por primera vez, creía tener en torno a 26 años… Todos los que la habían podido ver en los últimos 18 meses en nuestra capital habían podido verificar la enorme protuberancia de sus nalgas y la apariencia brutal de su rostro… Sus movimientos eran algo bruscos y súbitos, recordando a los de un mono. En particular, tenía una manera de sacar sus labios de la misma forma que observamos en el orangután. Sus labios eran monstruosamente grandes [aunque Cuvier no aclaraba que los de los primates son finos y pequeños] Sus orejas eran como las de muchos monos, siendo pequeñas, el trago débil y el borde externo casi obliterado. Son características animales. Nunca he visto una cabeza humana más parecida a la de un simio que la de esa mujer.
Cuvier también relataba características psicológicas, aunque aquí era evidente la humanidad de Sarah:
Su personalidad era feliz, su memoria buena, recordaba varias semanas después a una persona que había visto solo una vez… hablaba un holandés tolerablemente bueno, que había aprendido en el Cabo… también sabía un poco de inglés… había empezado a pronunciar unas pocas palabras de francés; bailaba al estilo de su país y tocaba con bastante buen oído un pequeño instrumento que llamaba un arpa de judío. Le gustaban los collares, los cinturones, las cuentas de cristal coloreado y otros oropeles salvajes pero lo que alegraba su gusto por encima de todo era el brandy.
Para otros que vieron aquellas curvas exageradas eran un motivo de atracción sexual. Cuvier también describe sus hombros y espalda, como gráciles, sus brazos delgados y sus manos y pies como atractivos y bonitos, como si estuviera también fascinado por un extraño atractivo.
Cuando el interés de los parisinos se agotó parece que Saartjie empezó a beber en exceso y a mantenerse mediante la prostitución. Murió el 29 de diciembre de 1815 según Cuvier de “une maladie inflamatoire et eruptive” , quizá viruela, sífilis o neumonía. Geoffrey Saint-Hilaire pidió que se conservase el cadáver por ser un espécimen singular y por su interés científico. Las autoridades aceptaron y el cuerpo se llevó al Muséum d’Histoire Naturelle donde Cuvier hizo la autopsia y publicó un estudio detallado de la anatomía de Sarah. También se realizó un molde de yeso de su cuerpo y conjuntamente con su esqueleto, su cerebro y sus genitales se trasladaron al Museo y estuvieron allí expuestos durante siglo y medio.
El estudio del cerebro de Baartman tiene su lugar particular en la historia de la infamia. El tamaño del cerebro es proporcional a la masa corporal, lo que explica que los hombres tengan, como media, cerebros de mayor tamaño que las mujeres. El cerebro de Saartje, mujer y de pequeña talla, fue usado por Frederick Tiedemann y Edward Spitzka para apoyar sus conclusiones sobre la inteligencia y el origen étnico con claros componentes racistas intercalando el cerebro de Sarah (señalado como mujer bosquimana) como algo intermedio entre el de un gorila y el de un gran científico europeo, el matemático Gauss. El mensaje, acorde a la concepción racista y sexista de la época era claro, los africanos y/o las mujeres tienen menos capacidades cerebrales (al menos volumétricas) que los hombres europeos y podía justificarse la esclavitud, el colonialismo o la desigualdad porque según esas ideas que ahora sabemos aberrantes, africanos y mujeres tenían cerebros “intermedios” entre los de un ser civilizado y un animal salvaje.
En 1978 Diana Ferrus, también de ascendencia khoikhoi escribió un poema titulado “He venido a llevarte a casa” impulsando un movimiento para que los restos de Baartman volvieran a su lugar de nacimiento. El caso ganó una atención aún mayor cuando el biólogo Stephan Jay Gould, uno de los grandes de la divulgación científica, escribió “La Venus Hotentote” como uno de los capítulos de su libro “La sonrisa del flamenco”.
Para leer más:
- Bredekamp, J. (2006) The politics of human remains: the case of Sarah Bartmann. En: Human Remains and Museum Practice (J. Lohman y K. Goodnow, eds.). UNESCO.
- Chase-Riboud, B., M. Manzano (2007) La Venus Hotentote. Ed. Destino, Barcelona.
- Holmes, R. (2007) The Hottentot Venus: The Life and Death of Saartjie Baartman : Born 1789 – Buried 2002. Bloomsbury, Londres.
- Qureshi, S. (2004) Displaying Sara Baartman, the “Hottento Venus”. Hist. Sci. 42: 233-257. http://www.negri-froci-giudei.com/public/pdfs/qureshi-baartman.pdf
- Sharpley-Whiting, T.D. (1999) Black Venus : sexualized savages, primal fears, and primitive narratives in French. Duke University Press, Durham (NC)
2 respuestas a «El cerebro de la venus hotentote»
¿Por qué los restos del Negro de Banyoles no devueltos no fueron simplemente incinerados? Seguramente, la extraña especificidad del caso -no hay ningún protocolo sobre cómo actuar con los cuerpos disecados de nativos robados de la tumba por europeos del siglo XIX- dejara perplejos a las autoridades y los técnicos. No hay que olvidar tampoco el aura de pieza de museo que rodeaba al hombre disecado y que de alguna manera puede infundir a sus restos cierta categoría de material artístico. En el otro reciente caso famoso de restos de un ser humano africano exhibidos en un museo y reclamados y devueltos a su lugar de origen para un entierro digno, el caso de la denominada Venus hotentote, Saartjie Sarah Baartman (que reposa al fin, desde agosto de 2002, en el valle de Gamtoos, cerca de El Cabo), se devolvió todo. En principio, Francia accedió a enviar a Suráfrica el esqueleto y el molde obtenido del cuerpo, que sometieron a disección Cuvier y los sabios del museo de historia natural de París en 1815, pero alegó que se habían extraviado otros restos conservados en frascos de la desgraciada mujer khoisan exhibida durante años por Europa: el cerebro, las nalgas esteatopígicas y los órganos genitales, que presentaban la notable elongación de los labios menores (macroninfia) conocida como “delantal hotentote”. Finalmente todo reapareció.
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