A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se fueron identificando los agentes causantes de diversas enfermedades como la difteria, la tuberculosis, la gonorrea o la lepra, y se ve que pueden ser destruidos con jabón, con lejía, hirviendo el instrumental y las vendas, lo que inicia una nueva era para la Humanidad. Limpieza es salud y se generalizan los sistemas de agua corriente potable, las redes de alcantarillado, los protocolos en contra de las infecciones en consultorios y quirófanos, la mejora de la trazabilidad en la preparación de los alimentos, la higiene como parte de la educación para niños y adultos.
Según algunos, los microbios de nuestro intestino “educan” a las células del sistema inmune que patrullan por todo el cuerpo y cuando destrozamos ese ecosistema, por ejemplo con el uso indiscriminado de antibióticos de amplio espectro, estamos dando lugar a problemas de alcance insospechado. La idea es que la exposición normal a los microorganismos del ambiente, las bacterias del suelo por ejemplo, pone en contacto a nuestro cuerpo con una mucha mayor variedad de sustancias naturales y entrena a nuestro sistema inmunitario a ignorar moléculas inofensivas como la que recubren los granos de polen o el pelo de los gatos.
Hay algunos datos que apoyan estas hipótesis: los problemas alérgicos y las enfermedades autoinmunes son mucho más abundantes en los países ricos que en los países pobres.
Estas ideas están generando nuevos tipos de tratamientos, que aunque puedan parecer prometedores en muchos casos no han sido probados suficientemente: Algunos no son muy problemáticos como alimentos probióticos que restauran una flora intestinal más parecida a la de la era preindustrial pero ha habido casos de infectar conscientemente con parásitos intestinales como tricocéfalos (un tipo de gusano nematodo) para la enfermedad de Crohn, o con anquilosotomas (otro nematodo) para la esclerosis múltiple o la psoriasis.
Durante muchos siglos la depresión se relacionó con tener poco carácter o con el predominio en la propia personalidad de un determinado fluido, la bilis negra o melancolía. Hasta hace unos cincuenta años no existía ningún tipo de tratamiento farmacológico contra la depresión. Pero en 1974 un estudio realizado por investigadores de Ely Lilly, una de las grandes empresas farmacéuticas, plantearon que la depresión estaba causada por un desequilibrio químico cerebral producido por un mal funcionamiento de una población de neuronas, el sistema serotonérgico. Pasados estos años es difícil darnos cuenta de cómo se vivía la depresión pero el anuncio que surgió en aquellos momentos, generó una auténtica revolución: la depresión no era una debilidad moral, no era pereza mental, no era falta de carácter, era y es una verdadera enfermedad cerebral que puede ser tratada con éxito.
Según la hipótesis más aceptada, la depresión está causada por una disminución de los niveles de serotonina en zonas específicas del cerebro. En personas que han fallecido con depresión,
Un estudio publicado en Annals of Oncology mostraba que los pacientes de cáncer de pulmón inyectados con una suspensión de bacterias muertas de la especie M. vaccae comentaban tener más calidad de vida, menor número de náuseas y menos dolor. Parece que la inyección de bacterias en ratones, activa un grupo de neuronas serotonérgicas, es decir productoras de serotonina, los mismos circuitos sobre los que actúa el Prozac.
Christopher Lowry un investigador de la Universidad de Bristol planteó una hipótesis de cómo podían estar relacionados estos aspectos “Lo que pensamos que sucedía es que las bacterias activaban a las células del sistema inmune, que a su vez liberaban unas sustancias químicas llamadas citoquinas, las cuales actuaban sobre receptores en los nervios sensoriales para aumentar su actividad”. Lowry y su grupo de investigación comprobaron un aumento de las citoquinas pulmonares tras la inyección de moléculas de M. vaccae en la tráquea de ratones. Pero el equipo también miró los cerebros de los ratones y encontraron que las neuronas serotonérgicas eran más activas en los ratones tratados que en los controles. Estas neuronas estaban situadas en una región específica del cerebro denominada el núcleo dorsal del rafe. Según Lowry “esto es importante, porque las células en esa parte del rafe proyectan a partes del cerebro que regulan el estado de ánimo como la corteza prefrontal y el hipocampo, que también está involucrado en la regulación del estado de ánimo y la función cognitiva”.
Todo ello parece indicar que la inhalación de estas bacterias puede conseguir un estado de alegría, de bienestar en tu mente. Esto puede explicar una pasión que tenemos algunos y que otros que no lo han probado no pueden entender: trabajar en el jardín. En ese hobbie, estás en contacto con estas bacterias benignas y puede explicar la sensación de placidez y relajamiento que sientes cuando estás arrodillado cerca de la tierra, plantando bulbos de tulipán o arrancando malas hierbas entre los rosales.
Una vez leí que un consejo sanitario del siglo XVIII era oler tierra húmeda, algo que encaja muy bien con todo esto que estamos comentando.
En cuanto al mecanismo celular, hay quien piensa que la depresión puede ser parte del proceso inflamatorio. Al poner en marcha la producción de células inmunes que reducen la reacción inflamatoria típica de las alergias, M. vaccae puede estar haciendo que disminuya la inflamación y con ello la depresión. Según los defensores de esta línea de investigación, con M. vaccae o con alguna de sus componentes podríamos tener una nueva batería de fármacos contra la depresión, baratos y eficaces.
Y con tanta ciencia una inútil ansia de tener lástima de algo, de que llueva aquí dentro, de que por fin empiece a llover, a oler a tierra, a cosas vivas, sí, por fin a cosas vivas.
Para leer más:
- Kelly KJ, Donner NC, Hale MW, Lowry CA. (2011) Swim stress activates serotonergic and nonserotonergic neurons in specific subdivisions of the rat dorsal raphe nucleus in a temperature-dependent manner. Neuroscience. 197: 251-268.
- Lowry CA, Hollis JH, de Vries A, Pan B, Brunet LR, Hunt JR, Paton JF, van Kampen E, Knight DM, Evans AK, Rook GA, Lightman SL. (2007) Identification of an immune-responsive mesolimbocortical serotonergic system: potential role in regulation of emotional behavior. Neuroscience 146(2):756-772.
- O’Brien ME, Anderson H, Kaukel E, O’Byrne K, Pawlicki M, Von Pawel J, Reck M; SR-ON-12 Study Group. (2004) SRL172 (killed Mycobacterium vaccae) in addition to standard chemotherapy improves quality of life without affecting survival, in patients with advanced non-small-cell lung cancer: phase III results. Ann Oncol. 15(6): 906-914.
- Velasquez-Manoff, M. (2012) An Epidemic of Absence: A New Way of Understanding Allergies and Autoimmune Diseases. Scribner, Nueva York.
- http://m.discovermagazine.com/2007/jul/raw-data-is-dirt-the-new-prozac
2 respuestas a «Depresión y tierra húmeda»
Durante años pensaba que el olor característico a tierra mojada era por liberación de ozono a la atmósfera. Después me comentaron que ese olor es la comunicación de las bacterias del suelo en un intento de reproducirse y extenderse (algo así como una polinización masiva o la liberación de huevos por peces)
De todas formas es algo sorprendente y maravilloso.
He padecido psoriasis por demasiados años y probado variedad de
tecnicas sin mucho tino