El olfato de las plantas

Cuscuta es un género de plantas parásitas con una distribución que se extiende de las regiones templadas a las tropicales y formado por entre 100 y 170 especies. Tienen tallos finos y unas hojas reducidas con forma de escamas. No tienen clorofila por lo que no pueden hacer la fotosíntesis y son parásitas obligadas para poder sobrevivir. Su sistema radicular es también no funcional y la cuscuta depende de la planta huésped para conseguir nutrientes, agua y sales minerales. En la época medieval, las plantas invadidas por la cuscuta eran vistas como transformaciones demoníacas de las plantas o como una metamorfosis monstruosa de la planta normal. En fechas tan tardías como 1831 y en algunos países europeos se consideraba que estas plantas de aspecto extraño (realmente la suma de la planta huésped y la planta parásita) se producían porque el año anterior había pasado un cometa. Al germinar la Cuscuta se nutre a partir de las sustancias almacenadas en la semilla pero tiene un máximo de una o dos semanas para encontrar un hospedante al que parasitar. Si no lo encuentra en ese plazo, muere. Si lo encuentra, se enrosca a él, genera haustorios que penetran en la planta y se extienden hasta el floema del vegetal parasitado. Los haustorios son más que tubos chupadores, se encargan de la traslocación de ARN mensajeros, son los responsables de la transferencia de virus, micoplasmas y macromoléculas entre las dos especies de plantas y pueden intervenir en la transferencia horizontal de genes. La unión de la cuscuta a la superficie del hospedante y la invasión de los haustorios son procesos extremadamente sofisticados, diseñados para parecerse a los procesos fisiológicos del hospedante y engañar a sus mecanismos de defensa. Estos mecanismos intentan evitar que los haustorios alcancen los tejidos vasculares o bloquear su funcionalidad. Para ello, hay plantas que desarrollan capas de tejido lignificado o almacenador de agua alrededor del cilindro vascular para evitar o retrasar el paso de los haustorios. Algunas plantas se defienden activamente depositando más pared celular frente a los haustorios que avanzan o mediante la producción de fitoalexinas y otras sustancias que inhiben su crecimiento. Puesto que la penetración de los haustorios se produce mediante comunicación célula a célula, el secreto de una defensa exitosa se basa en mecanismos también a este nivel que son todavía poco conocidos. Una vez conectado con el huésped, los tallos de Cuscuta crecen a toda velocidad, hasta 2 mm por hora. La longitud total de los tallos al cabo de unas semanas es enorme. En Cuscuta polygonorum, que es una de las especies que parasitan plantas herbáceas, estos tallos pueden tener una longitud de 750 metros, en otras plantas más vigorosas, puede ser diez veces mayores. Los tallos en crecimiento de la misma cuscuta se conectan entre sí mediante haustorios, en un fenómeno conocido como auto-parasitismo. El resultado es que la planta parásita se convierte en una red tridimensional que puede optimizar las distancias que una molécula absorbida tiene que viajar para ser metabolizada. El mismo ejemplar de Cuscuta puede parasitar a varios cientos de plantas. Las plantas parasitadas pueden ser pequeñas hierbas o grandes árboles y entre ellas se incluye plantas de interés agrícola como la patata, la alfalfa o la tomatera. También lo hace sobre plantas productoras de flores como el crisantemo, la dalia o la petunia, por lo que su impacto económico es importante. La gravedad de los ataques depende de la especie de Cuscuta, de la especie, del tiempo de ataque, y de la presencia en ambas plantas, parásita y parasitada, de . Al debilitar a su huésped, la cuscuta disminuye su resistencia frente a enfermedades, y la planta parásita puede expandir esas fitopatologías de huésped en huésped. Hay unas 15 especies de Cuscuta que son plagas graves en los cultivos llegando a causar pérdidas en las cosechas superiores al 80%. Además, sus semillas pueden ser contaminantes en algunas producciones, como legumbres de pequeño tamaño, lo que hace que disminuya su calidad y su precio. Muchos países tienen legislación que impide la entrada de estos productos si vienen contaminados con semillas de Cuscuta, por lo que esta planta lastra las exportaciones de países en desarrollo.La supervivencia de la cuscuta va ligada, como en todos los parásitos, a encontrar un huésped adecuado. Cuando la cuscuta germina, el pequeño tallo del plantón se mueve en pequeños círculos, como un ciego que explorase con su bastón un espacio desconocido y poco a poco se va acercando hasta el tallo de la planta a parasitar. La Dr. Consuelo De Moraes, bióloga de Penn State, realizó una serie de experimentos. En ellos se utiliza un plantón de cuscuta, un vegetal recién germinado que tiene que buscar una planta adecuada para poder parasitarla y sobrevivir. Es un ejemplo excelente de cómo se puede hacer ciencia de primer nivel de forma muy sencilla. Experimento 1. Colocó la cuscuta entre una maceta vacía y una maceta con una planta de plástico. El vástago de la cuscuta no se acercó a ninguno de ellos. Sugiere que la planta no es guiada por factores físicos como podrían ser las diferencias luz-sombra, o por una especie de “atracción gravitatoria”. Experimento 2. El siguiente experimento fue poner una tomatera real junto a la cuscuta y probar distintas variantes. Pudo comprobarse que el plantón de cuscuta se acercaba a la tomatera tanto si la tomatera estaba bien iluminada, si permanecía en la oscuridad, o era imposible de ver porque se colocaba un objeto entre ambas plantas… Sugiere que la cuscuta localiza a la planta a parasitar por la detección de un gradiente de moléculas en el ambiente. Experimento 3. Moraes y sus estudiantes pusieron el plantón de cuscuta en una caja y la tomatera en otra caja y conectaron ambas cajas utilizando un tubo. La cuscuta se acercaba siempre al tubo. Puesto que se han eliminado las posibilidades físicas (visión, contacto directo, etc.) la posibilidad que queda es que la cuscuta se guíe por sustancias químicas liberadas en el aire, es decir, por algo parecido a lo que llamamos olfato. Es evidente que las plantas no tienen ni cerebro, ni neuronas, ni algo parecido a una nariz pero es evidente también que tienen que ser capaces de recoger moléculas que flotan en el aire, identificarlas y generar una respuesta, un movimiento del tipo que denominamos quimiotactismo. Experimento 4. El experimento 4 es especialmente interesante. La cuscuta parasita plantas diferentes como tomatera y trigo. A las dos se acerca. El experimento número 4 consistió en darle a elegir. Poner a la misma distancia del plantón de cuscuta una tomatera y una planta de trigo. La cuscuta prefirió de una manera consistente la tomatera. Según el Dr. Dan Chamovitz, es interesante porque a nivel bioquímico, trigo y tomatera son muy parecidos pero el tomate combina tres señales químicas que son reconocidos por la cuscuta mientras que el trigo solo tiene una sustancia atrayente. Ello sugiere que las plantas pueden hacer distinciones bastante sutiles entre olores parecidos. Estos resultados encajan con otras investigaciones recientes donde se ha visto que una planta “sabe” cuando los frutos están maduros, cuando las plantas vecinas han sufrido una lesión (las tijeras de un jardinero, por ejemplo) o cuando están siendo atacadas por un animal herbívoro. Puesto que esta información llega por el aire, se ha empezado a decir que hay “plantas que huelen”. Aunque parezca una investigación muy básica, puede pensarse rápidamente en aspectos aplicados sacando un aprovechamiento a estos resultados. Identificando los olores más atractivos para la Cuscuta y sintetizándolos químicamente podríamos hacer que las nuevas plantas recién germinadas se dirijan hacia palos impregnados donde morirán en vez de aproximarse a las verdaderas plantas cultivadas. Sería un sistema de control biológico, selectivo y con poca agresión química al terreno y al resto de la comunidad vegetal de esos cultivos.

 

Para leer más:

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


4 respuestas a «El olfato de las plantas»

  1. Avatar de Lola

    Hola JR, me encanta el artículo por la explicación tan clara, por incluir que aún se pueden descubrir cosas nuevas con experimentos muy sencillos al alcance de todos (aunque hay que tener la idea), y porque es un tema de gran actualidad en la investigación en plantas. Cada vez se descubren más «sentidos» en las plantas, y el último descubrimiento es que parece que también pueden oir. Ciertas plantas se comunican entre vecinos por sus raíces emitiendo sonidos de baja frecuencia, y también pueden ver, sentir, oler y recordar. Estos artículos han aparecido en Science este mes. Gracias por tu trabajo de divulgación, que es fantástico.

    1. Avatar de José R. Alonso

      Hola Lola
      Me alegra que te guste el artículo. La verdad que la investigación que estáis llevando a cabo en plantas es espectacular. Como ves, me fuerza a seguir leyendo e intentarlo volcar a lenguaje sencillo para que la gente interesada en ciencia tenga una visión más completa. Gracias por tu comentario, siempre cariñoso.
      Un abrazo muy grande

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Muchas gracias por comentar


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