Duchenne estudió la fisonomía, el origen y tipos de las expresiones faciales que él consideraba íntimamente ligadas al alma, en esa idea que todavía conservamos de que “la cara es el espejo del alma”.
En la actualidad se piensa que hay siete emociones básicas: enfado, asco, desprecio, tristeza, miedo, sorpresa y felicidad. Las siete están perfectamente definidas por cambios en el rostro, la voz y procesos fisiológicos menos visibles como la frecuencia de latido del corazón. Todo estos sistemas integrados constituyen lo que se ha llamado programas afectivos básicos. Estos programas afectivos son controlados por una o más áreas cerebrales y son comunes a todas las culturas por lo que se consideran aspectos neurobiológicos y no sistemas aprendidos, aunque pueden modularse y completarse con aspectos culturales locales. El símbolo más claro de la felicidad es la sonrisa.
El estudio neurocientífico de la sonrisa es un campo iniciado por Duchenne y continuado por Darwin en su libro “La expresión de las emociones en el hombre y los animales” (1872). En la actualidad, se reconocen solo dos tipos, la sonrisa veraz o sonrisa de Duchenne y la sonrisa falsa o por otros nombres: sonrisa social, sonrisa Pan-Am (por las azafatas de esta compañía aérea), sonrisa Botox o sonrisa “say-cheese” el equivalente anglo a “di patata” que se comenta cuando un grupo va a hacerse una fotografía..
Las sonrisas falsas se basan en la contracción de los músculos zigomáticos mayores de las mejillas para alargar y curvar la boca y la activación del cerebro consciente puesto que son acciones voluntarias. Por el contrario, la verdadera sonrisa es un proceso inconsciente, automático, con una implicación muscular más compleja. Junto a los zigomáticos mayores intervienen también el orbicularis oculi y la pars orbitalis que rodean a los ojos y hacen que los ojos transmitan alegría y
Aunque parezca mentira se ha visto que la mayoría de la gente es
No solo es calidad de vida, sino también cantidad de vida. Las personas que se describen como felices y sonríen viven de media un 14% más que las personas que se consideran infelices. La diferencia en la expectativa de vida (entre 7,5 y 10 años) se basa en una mayor longevidad, una menor frecuencia de suicidios y una menor frecuencia de accidentes. Quizá uno de los estudios más llamativos es uno realizado por
Los primates somos animales muy sociales, donde el intercambio de información por los gestos es clave. La sonrisa es una de nuestras principales herramientas sociales. Quizá por eso nos tomamos el esfuerzo de aparentar una felicidad que en realidad no sentimos. La sonrisa consigue suscitar mayor confianza, el deseo de cooperación en un extraño en un segundo (es tan fácil de comprobar como preguntar por un libro en una biblioteca sonriendo y sin hacerlo), mejores resultados económicos y una mayor probabilidad de que tu interlocutor recuerde tu nombre tras un breve encuentro. El desarrollo de la falsa sonrisa y que sea una mímica tan buena, que cuele por real en una especie tan buena en el
Con respecto al origen de la sonrisa, se ha visto que los niños ciegos de nacimiento muestran los mismos tipos de sonrisa en las mismas situaciones que las personas con visión normal. No es por tanto un gesto aprendido sino algo innato. Sin embargo, se van superponiendo aspectos locales, aprendidos. En algunos países, la sonrisa se reserva mucho más para personas del círculo próximo y un exceso de sonrisa se considera una señal de superficialidad o de poca honestidad. Los japoneses, por poner otro ejemplo, pueden sonreír cuando están desconcertados o enfadados. Los norteamericanos sonríen frecuentemente a un extraño con el que se cruzan en la calle de una ciudad pequeña, algo que en Rusia sería raro o sospechoso.
A nivel evolutivo se piensa que nuestra sonrisa deriva de un gesto de sumisión de los primates, que es mostrar los dientes apretados, con los labios relajados (el gesto agresivo contrario seria mostrar los dientes abiertos y los labios tensos en una boca preparada para morder). Así que nuestra sonrisa veraz partiría de ese gesto amistoso o de sumisión hacia otros primates evolucionando hacia ese mensaje de hermandad incluso con desconocidos que es ahora la sonrisa.
La sonrisa más famosa -y según dicen enigmática- de la historia del Arte es sin duda la de Mona Lisa, la obra maestra pintada por Leonardo da Vinci. Ha habido varias hipótesis sobre posibles patologías de la mujer retratada, parálisis facial idiopática o parálisis de Bell, un trastorno que afecta sobre todo a mujeres embarazadas o que han dado a luz recientemente, o quizá xantelasma y lipoma, alteraciones causadas por una hiperlipidemia. La atracción que tenemos hacia ese gesto de la mujer retratada probablemente se basa en su cierta indefinición: en ocasiones nos parece verla radiante y en otras, seria. Parece que es debido a que Leonardo codificó información contradictoria que hace que llegue a nuestro cerebro por canales independientes y de peso alternante. Las células nerviosas de la retina codifican datos sobre el tamaño, brillo, contornos y localización de un objeto situado en nuestro campo visual. Si unos canales “dominan” vemos la sonrisa, si son otros, la expresión nos parece más seria. Luis Martínez Otero y Diego Alonso Pablos, dos investigadores del Instituto de Neurociencias de Alicante fueron modificando distintas variables, reforzando unos canales u otros pidiendo al mismo tiempo a voluntarios que valorasen si veían el aspecto radiante o el aspecto serio. Por poner un ejemplo, nuestra retina tiene células “centro-on” que se estimulan cuando sus centros son iluminados y nos permiten ver una estrella brillando en una noche oscura y células “centro-off” que se estimulan cuando sus centros son oscuros y el contorno claro y es lo que nos permite, por ejemplo, identificar estas palabras negras sobre fondo blanco que usted lee en este momento. Para trastear con estos canales, los investigadores españoles pusieron una pantalla blanca o una negra durante 30 segundos a los voluntarios antes de mostrarles una imagen de la Mona Lisa. La exposición al fondo blanco hace que todas las células de centro-on se saturen, se agoten, “dejen de ver” temporalmente mientras que la pantalla negra consigue lo mismo con las células de centro-off. Los conejillos de Indias veían más claramente la sonrisa después de la pantalla negra, por lo que parece que las que identifican la sonrisa deben ser las centro-on.
También intervenían otros factores. Cuando los veinte voluntarios que participaban en el estudio tenían un minuto para ver el cuadro, sus miradas se centraban en el lado izquierdo de la boca (visión central focalizada) y veían la sonrisa, si tenían una fracción de un segundo, la mirada se centraba en la mejilla izquierda (usando la visión periférica) y no la veían.
No parece un efecto casual, Leonardo quiso causar esa confusión, suscitar ese interés en el cerebro del observador que está siempre buscando una interpretación coherente, una explicación a la realidad. Leonardo tenía un conocimiento excelente de la anatomía y estaba interesado en la fisonomía, de qué manera los humanos registran las emociones en su expresión. En uno de sus diarios, Leonardo escribió que estaba intentando pintar expresiones dinámicas porque eso es lo que veía en la calle. Parece que el artista pintó la Mona Lisa aplicando suaves capas de pintura muy cuidadosamente preparada utilizando su pulgar. Pintando una sonrisa límite, haciendo un poco diferente la media sonrisa izquierda y la media sonrisa derecha, consiguió que nuestro cerebro entrase continuamente en ese juego de sonrisa-no sonrisa (puedes probar a fijarte alternativamente en ambas mejillas del retrato) creando un efecto dinámico, vivo, sobre una imagen estática, fija.
Para leer más:
- Abel, E.L., M.L. Kruger (2009) Smile Intensity in Photographs Predicts Longevity. Psychological Science 21(4): 542–544.
- Vlasto, T. (2009) Neuroscientists discover Da Vinci’s secret: Is the Mona Lisa smiling or not? http://www.examiner.com/holistic-science-spirit-in-national/neuroscientists-discover-da-vinci-s-secret-is-the-mona-lisa-smiling-or-not
4 respuestas a “La sonrisa de Duchenne y la de Mona Lisa”
¿La frecuencia de sonrisas falsas puede “inducir” a sonrisas verdaderas? Quiero decir, ¿el hecho de habituarse a sonreir de forma intencionada puede hacer que la sonrisa se convierta en un gesto propio, involuntario? Si fuera así, ¿podría servir de terapia para lograr una vida más agradale y, por lo tanto, feliz?
La respuesta sincera es “no lo sé”. Por un lado, parecen dos cosas muy distintas, realizadas por áreas cerebrales distintas y que en cierta manera, son opuestas, la sonrisa falsa implica que no sientes la necesidad de expresar una sonrisa verdadera, que no te sale. Por otro lado, la profusión de sonrisas falsas genera un ambiente grato, distendido, donde es posible que las sonrisas verdaderas nazcan con más facilidad. Pura especulación.
Dos cosillas, por un lado los xantelasmas son acúmulos de grasa fundamentalmente en los párpados o bordes de los párpados. En la foto de la Mona Lisa sería el pequeño bulto que se aprecia sobre la nariz en el lado izquierdo.
Del efecto de sonreir hay teorías que ejercitando la sonrisa (o forzándola como ejercicio) se favorece la sonrisa verdadera, algo similar con la risa, y de ahí corrientes como la risoterapia (o eso creo).
Un abrazo
Buen día Dr.
Muy interesado en el tema de este artículo. Soy artista Plástico y mi investigación artística en este momento se basa precisamente en este sujeto. Cómo se manifiesta una emoción a través de un gesto de la boca?
En este momento estoy trabajando en un proyecto que consiste en recopilar fotos de bocas para trabajar mis obras, con el único pedido para el participante sea pensar en un ser querido al momento de hacer la foto.
Este banco de imágenes será utilizado para mí serie de dibujos llamado The book of love. Que partió del símil entre una célula y un sentimiento los dos existen más no los podemos ver a simple vista.
Espero no haberme extendido mucho en mis explicaciones. Estoy intentando en poder continuar el contacto con usted y si me lo permite también compartir la experiencia de este proyecto. Saludos cordiales
Enrique Etievan Estival.