A una murciélaga, regálale un ramo de hojas

El éxito evolutivo de las plantas con flores ha sido espectacular. Salvo unas pocas especies de gimnospermas que forman los bosques boreales de Europa, Asia y América, el dominio de las antofitas –plantas con flor- es prácticamente universal, cubriendo de los desiertos a las costas oceánicas, de las praderas a los manglares, de las zonas rocosas en las montañas a los pantanos. Esta ventaja sobre las demás plantas se ha debido a que la flor consigue atraer a animales polinizadores, que llevan polen de una planta a otra y se encargan de favorecer la reproducción cruzada (¡el sexo!) y con ello una mayor diversidad biológica y una mayor capacidad de adaptación.

Los animales polinizadores incluyen muchos insectos, algunos pájaros (los colibríes son los mejor conocidos), una especie de lagartija y un grupo de murciélagos. La recompensa para los animales polinizadores es el propio polen o una solución azucarada que llamamos néctar producida en las flores o cerca de ellas. La principal forma de encontrar las flores son sus colores vistosos que destacan entre el verde de las hojas. Pero eso encaja muy bien para insectos, aves y reptiles, que son animales diurnos con un buen sentido de la vista, pero ¿qué pasa con los murciélagos? Como todos sabemos, los murciélagos son animales más bien nocturnos y su visión es bastante mala. De hecho, el nombre «murciélago» viene de mur-ciego, ratón ciego. Y sin embargo, hay varios cientos de especies de plantas que dependen de los murciélagos para su polinización.

Por otro lado, las plantas que son polinizadas por insectos o aves han desarrollado una evolución conjunta, cada vez se han adaptado más una al otro. Falta por ver si las plantas que son polinizadas por murciélagos han desarrollado algo semejante. Un grupo de investigadores de la Universidad de Ulm, en Alemania y de la de Bristol en Inglaterra ha encontrado la respuesta a estos interrogantes.

Los murciélagos emiten un sonido característico y captan la respuesta, los ecos,  de los objetos de su entorno, generando un mapa en un proceso llamado ecolocalización.  Los investigadores alemanes e ingleses vieron que los murciélagos eran capaces de distinguir escondidos entre hojas y a oscuras unos platitos con néctar que tenían una forma parecida a una antena parabólica para satélites. Entonces vieron una foto de una planta en forma de liana llamada Marcgravia evenia y nativa de los bosques tropicales de Cuba, que tenía unas características hojas abombadas cerca de las flores. En ese momento ni siquiera sabían que era polinizada por murciélagos. Pensaron que esas hojas cóncavas podían ser un auténtica diana para la ecolocalización.

Lo primero que hicieron fue llevar la planta a un laboratorio y medir la acústica de sus hojas, realmente emitir pulsos de sonido y ver qué eco producían. Vieron que la respuesta era potente, independientemente de ángulo de origen de la fuente de sonido. Lo siguiente fue ya probar con murciélagos. Usaron un grupo de Glossophaga soricina, una especie de murciélago que se alimenta de néctar y miraron el tiempo que tardaban en encontrar un pequeño platito con néctar en una habitación a oscuras. Después probaron cuánto tardaban en encontrarla si en el platito se ponían al lado un grupo de hojas de Marcgravia con la forma característica y en otro experimento un platito con néctar con hojas normales de la misma planta, mucho más aplanadas. Pudieron así comprobar que con la hoja “especial”, el sistema funcionaba mucho mejor y el murciélago era capaz de encontrar el néctar en la mitad de tiempo.

Cuando el murciélago emite su característico pitido para hacerse un esquema de situación de una zona concreta, como si fuera un sónar, las hojas de Marcgravia responden con un eco especial. Este eco es fuerte, multidireccional y tiene una “firma” característica. El murciélago identifica con que en ese punto hay unas flores con un néctar diciendo “cómeme” y las visitan varias veces con lo que favorecen la polinización. Las plantas de Marcgravia suelen estar alejadas entre sí por lo que el sistema permite que un murciélago volando por la selva encuentre una misma noche diversas Marcgravias en floración, pues responden independientemente de su dirección de vuelo y velocidad, y el quiróptero puede visitar varias plantas cada noche, llevando polen de unas a otras.

Para leer más:

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


2 respuestas a «A una murciélaga, regálale un ramo de hojas»

  1. Avatar de Concha Galan Gil
    Concha Galan Gil

    ¡Que interesante el artículo de los murciélagos y las plantas! Bonita foto del colibrí.
    Espero que el verano haya sido bueno.
    Un cordial saludo
    Concha

    1. Avatar de José R. Alonso

      ¿Cómo «haya sido»? ¡Queda mucho! :-)
      Gracias y, ya en serio, ojalá hayas disfrutado y descansado también.
      Un saludo muy cordial

Muchas gracias por comentar


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