El antiguo alumno

El pasado 31 de diciembre de 2010 se publicó en el BOE el Estatuto del Estudiante Universitario. En su último artículo legisla de un tema en el que, como en otros, nuestras universidades no han alcanzado todavía la modernidad: las asociaciones de antiguos alumnos. Pronto hablaré de la magnífica labor que hace la asociación de mi universidad, la ASUS, presidida por la doctora Ángela Calvo, alguien que honra cada día a su universidad y acompañada por un grupo generoso y trabajador, pero hoy quiero hablar de otra persona.

En muchas de las universidades que he visitado como rector hay dos elementos básicos de presentación de la Universidad: uno es un folleto más o menos amplio, más o menos lujoso, donde se resumen los principales datos de esa universidad: historia, número de alumnos y profesores, campus, facultades y carreras, grandes investigadores. El otro folleto básico, hace referencia a sus antiguos alumnos. Si en el ámbito de la investigación hay un lenguaje que es universal: premios destacados, publicaciones en revistas relevantes, obras de referencia en el ámbito de las Humanidades,…; en nuestra labor docente, lo mejor que podemos presentar es las personas que hemos formado, los ciudadanos formados en una universidad que luego han hecho una contribución importante a su país y al mundo en cualquier campo, de la economía a la política, de la medicina a las obras públicas.

Mi universidad, la Universidad de Salamanca, se siente, con razón, orgullosa de su historia, pero hablamos mucho menos de nuestro pasado cercano y nuestro presente. En parte es lógico, hemos pasado altibajos en la historia y nuestra situación ha sido muy paralela a la del propio país. En los siglos XV y XVI, en una nación que estaba entre las principales, esta universidad estaba entre las principales también. Compartió la decadencia del país en los siglos XVIII y XIX y el resurgimiento que ha significado la segunda mitad del siglo XX.  En su etapa más gloriosa pagaba mejor que nadie y podía por tanto, atraer los mejores talentos, a los mejores profesores. Tener a los mejores profesores era el mejor sistema, siempre lo ha sido, para atraer a los mejores alumnos, a los más competitivos, los más ambiciosos, aunque fuera en la noble ambición del saber más. Así cuando hablamos de antiguos alumnos, salen los nombres de Fernando de Rojas, San Juan de la Cruz, Beatriz Galindo, Lucía de Medrano, Fray Luis de León, Antonio de Nebrija, Luis de Góngora, Hernán Cortes,… Pero esos antiguos alumnos son “demasiado” antiguos y hoy quiero hablar de uno, mucho más cercano, al que mi universidad parece haber ignorado.

Ese antiguo alumno se llama Adolfo Suárez González. Realizó el famoso examen de Estado en septiembre de 1949 en la Universidad de Salamanca. Cursó la licenciatura en Derecho en la Universidad de Salamanca entre los cursos 1949-50 y 1953-54.  Fue presidente del Gobierno de nuestro país de 1976 a 1981. Atacado de forma inmisericorde por sus adversarios (“tahúr del Mississippi” fue una de las lindezas que le dedicó el vicesecretario del principal partido de la oposición) y rodeado de la deslealtad de muchos de los que él había nombrado, dimitió el 29 de enero de 1981. Sometió a referéndum la Ley de la Reforma Política, impulsó la Constitución de 1978, legalizó partidos políticos (el PSOE y el PCE, entre ellos) y sindicatos, planteó para su aprobación la Ley de Amnistía buscando la reconciliación entre las dos Españas y realizó los Pactos de la Moncloa ante una crisis económica brutal. Su imagen gallarda ante unos golpistas, junto con un militar valiente y un comunista superviviente de mil batallas, salvó la imagen de unos parlamentarios arrodillados detrás de sus mesas. Recibió el Premio a la Concordia de la Fundación Príncipe de Asturias por su contribución a la recuperación de la democracia en España, junto con numerosos otros premios entre los que querría citar el Premio Blanquerna de la Generalitat de Cataluña y el Premio a la Convivencia de la Fundación pro Derechos Miguel Ángel Blanco. Fue doctor honoris causa al menos por la Universidad Complutense de Madrid, La Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de A Coruña y la Universidad Politécnica de Valencia.

Así que yo al menos, lo digo con orgullo, Adolfo Suárez es antiguo alumno de la Universidad de Salamanca.

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


3 respuestas a «El antiguo alumno»

  1. Avatar de Juanjo

    Sin duda un gran ejemplo, aunque personalmente no estaría orgulloso de mencionar a Hernan Cortés dado su carácter de destructor de civilizaciones, por malvadas que fueran.

    1. Avatar de José R. Alonso

      Estimado Juanjo
      Él representa esos claroscuros de la Conquista de América. Leer su biografía es algo apasionante. ¿Por qué el juicio moral debería ser más duro que con Alejandro, Julio César o Napoleón? Ninguna guerra es encomiable y todas, también las más recientes, están llenas de sufrimiento, muerte de civiles inocentes, imposición de valores culturales. Me temo que es una discusión polémica y donde es necesario profundizar y matizar para no quedarnos en la caricatura.
      Muchas gracias por plantear el debate.
      Un saludo cordial

  2. Avatar de Juanjo

    Estimado José,

    Las biografías de todo conquistador son muy interesantes, mi comentario alude no más a que no consideraría como universitario resaltar a ninguna figura envuelta en delitos, sean de sangre o económicos,

    soy mallorquín y estudié en Valencia, como nuestro anterior presidente autonómico cuya fianza por diferentes delitos suma 3 millones de euros… no lo incluiría tampoco entre las figuras a resaltar que pasaron por la UV,

    esa es mi reflexión, asumir desde universidades la crítica abierta hacia personas que habiendo recibido formación superior desarrollen conductas impropias de un ser civilizado, y cortés fue tan bárbaro como César, Napoleón, o Putin en Chechenia,

    enhorabuena por el blog,

Muchas gracias por comentar


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