Hay animales de sangre fría y animales de sangre caliente. Pero en el reino de las plantas, hay unas pocas que no están a gusto con la temperatura de su organismo, que es la temperatura ambiental y desean aumentarla. Se supone que el principal objetivo es difundir mejor las moléculas odorantes volátiles con las que atraen a los polinizadores. El ejemplo más conocido son las plantas que usan insectos carroñeros para la polinización y los atraen con un marcado un olor a cadáver. La putrescina y la cadaverina son las moléculas mejor conocidas y como su nombre indica, su aroma no es precisamente agradable (para los humanos, para las moscas y los escarabajos carroñeros, debe oler maravillosamente). El lirio vudú o aro titán aumenta su temperatura de forma notable el día que su flor, su inflorescencia en realidad, se abre. Estas especies aumentan su temperatura mediante la hidrólisis de una molécula, el ácido salicílico. Otras especies de plantas consiguen aumentar la temperatura de su zona de floración, siguiendo el sol, como hace el girasol.
Dos investigadores de la Estación Biológica de Doñana, Carlos Herrera y María I. Pozo, han encontrado otro mecanismo, una simbiosis entre las levaduras y una planta, el eléboro fétido (Helleborus foetidus L. 1753). El eléboro fétido se llama así por su mal olor y también se llama hierba de ballesteros porque es muy tóxico y parece que se utilizó para envenenar flechas. El eléboro tiene unas flores de color verdoso por lo que no destacan mucho visualmente y florece en invierno, algo que puede estar relacionado con que sus flores busquen conseguir una temperatura mayor que el ambiente que las rodea. La herramienta para conseguirlo son unos microorganismos, las levaduras. Las levaduras son llevadas a las zonas productoras de néctar por los abejorros que en su búsqueda de polen los van inoculando de flor en flor. Herrera y Pozo hicieron dos experimentos. En uno criaban eléboros impidiendo que tuvieran levaduras e impidiendo que llegara un polinizador que las pudiera llevar. Estos eléboros tenían menor temperatura (unos 2 ºC) que los eléboros criados normalmente en el campo. En el segundo experimento inocularon levaduras en plantas virginales de eléboro, las taparon para que no pudiera llegar un polinizador incontrolado y compararon las temperaturas de las flores inoculadas frente a flores control. Como media, las flores con levaduras tenían 2 ºC más y podían alcanzar, en los momentos de mayor densidad de levaduras, 6 ºC más que las plantas control. Las levaduras producen el calor cuando están metabolizando los azúcares del néctar por lo que se trataría de una relación simbiótica en la que la levadura obtiene alimentos y la planta un mayor éxito reproductivo al difundir mejor sus moléculas señal para atraer insectos polinizadores y poder desarrollar sus tubos polínicos más rápidamente. Por otro lado, los polinizadores, los abejorros en este caso, tendrían menos cantidad de néctar pero serían recompensados por el calor en un ambiente frío, una parada reconfortante en el frío ambiente del invierno.