Viva Chile y sus mineros

La noticia del día ha sido sin lugar a duda la liberación de los mineros atrapados en la mina San José, en Chile. Los 32 chilenos y el compañero boliviano quedaron sepultados en agosto, cuando una parte de la mina se derrumbó. Hoy es un día de felicidad, viéndoles abrazar a sus familiares y, a pesar de ser una noticia esperada y anticipada, nos queda esa sensación de que, afortunadamente, los milagros suceden.

Ha sido interesante que en el esfuerzo por atenderles en los dos meses de espera se hayan utilizado las investigaciones de la NASA sobre el mantenimiento de la salud física, y sobre todo mental, sobre el bienestar de los astronautas que realizaran misiones muy prolongadas, fundamentalmente el viaje de ida y vuelta a Marte. Estar preparados para el aislamiento, la soledad, la pérdida de contacto físico con otra realidad. En otro enfoque, la agencia espacial japonesa mandó unos trajes especiales que absorben el olor y dificultan el crecimiento de las bacterias, así como unas bolsas de caramelos japoneses. Los consejos de las agencias espaciales  incluían mantener una comunicación fluida, ser veraces sobre las posibilidades del rescate, organizar una agenda de actividades y tareas y obligarles a mantener un ritmo día-noche similar al de la superficie, aunque allí lógicamente no hubiera referencias naturales.

Ahora, varios especialistas en Neurociencias han planteado cuáles deben ser las pautas para la siguiente fase, el período tras el rescate. Los psicólogos sugieren que los mineros serán vulnerables cuando los más de 4.000 periodistas que hoy han seguido su salida a través de la cápsula Fénix 2, desaparezcan. En pocos días desaparecerán de los medios de comunicación y también del interés de todos nosotros. Mientras que su tragedia y rescate marcarán sus vidas hasta el final, para nosotros serán un recuerdo cada vez más difuso, más vago. Si tras el abandono de los medios y de la atención pública, llega también el olvido de los políticos, las agencias y su propio mundo cercano, se producirá una sensación de aislamiento y abandono. Sheryl Bishop, psicóloga social de la Universidad de Texas declaraba a New Scientist “Vemos en la investigación sobre desastres que las víctimas al comienzo se sienten reconfortadas al ver a las agencias y comunidades corriendo a suplir sus necesidades en el período inmediato de un suceso, después asombrados y desencantados cuando el apoyo se disipa antes de que se hayan recuperado completamente.

También se apuntan otros factores como el darse cuenta, en sociedades con todavía un componente importante de machismo, de que la familia se las ha arreglado bien sin ellos, con las mujeres y las parejas llevando a cabo muchas de las tareas que marcaban su papel en la familia. Una de las fotos más tiernas, más humanas, es ver a las esposas pintándose el ojo, para recibirlos. Es posible que algunos mineros tengan ataques de pánico, retornos al pasado (“flashbacks”) y trastorno de estrés postraumático, donde revivirán el momento del derrumbe y el miedo a no ser rescatados y morir enterrados en vida. Algunos encontrarán que, en contra de lo que imaginaban, les resulta imposible volver a la mina pero esas fobias no serán evidentes hasta que haya pasado un tiempo tras el rescate.

Las expectativas sobre una “nueva vida”, nuevos disfrutes pueden terminar en sensación de fracaso. Pueden tener dificultades para adaptarse a la normalidad y aunque hayan sentido y deseado el reencuentro como algo mágico, próximos días y semanas pueden tener perfiles bajos, una realidad limitada, lejana de los sueños imaginados. Los astronautas han declarado a veces que era más difícil el periodo tras la misión, donde debían hacer un esfuerzo similar de adaptación pero donde ya no tenían el enorme apoyo logístico y personal de la época de preparación.

Sin embargo, hay razones para ser optimistas. El rescate se logró mucho antes de lo anticipado, casi en la mitad de las estimaciones iniciales. Si se hubiese alargado más de lo previsto habrían tenido que aguantar la desilusión y el desánimo. Muchos, si no todos, tendrán un nuevo apego a la vida, a su pareja, a sus familias. Es seguro que tendrán una nueva perspectiva sobre ellos mismos y sus vidas y quiero pensar que del sufrimiento, siempre se puede intentar salir con nuevas ilusiones, mejor persona.

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

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