El Comité de Ciencia y Tecnología del parlamento británico tras una investigación ha concluido que los remedios homeopáticos no tienen un efecto mayor que el de un placebo y no deben ser pagados con los impuestos del contribuyente. Concluyen, con sentido común, que la política previa de tratar los remedios homeopáticos como si fueran medicinas genera una impresión falsa sobre su utilidad y eficacia, que es nula.
Carlos de Inglaterra que tiene un perfil público que combina un interés por la agricultura ecológica, actividades muy criticadas en el ámbito de la arquitectura, preside una Fundación que estudia y apoya los supuestos «métodos alternativos» (Prince’s Foundation for Integrated Health). También cree en hablar con su tío fallecido, pero esa es otra historia. Esta Fundación ha reconocido que la homeopatía es científicamente indigerible, pero al mismo tiempo señala “para los pacientes sufriendo de enfermedades crónica, donde la medicina basada en la evidencia no puede ofrecer un tratamiento eficaz, no importa como funciona”. El problema es que no funciona y que hay personas que abandonan el verdadero tratamiento contra un cáncer para tomar pildoritas de azúcar, engañados por las tonterías de la Homeopatía.
El pasado 30 de enero un grupo de activistas puso en marcha la campaña 10:23 (recordando el número de Avogadro, en relación con las enormes diluciones de los remedios homeopáticos donde ya no queda ni una sola molécula del producto original y cuyo supuesto efecto se justifica con «la memoria del agua»). El objetivo era demostrar que los remedios homeopáticos no son más que un poco de azúcar. Eso sí, cuestan bastante más. El informe parlamentario británico indica que no hay un registro claro sobre cuánto se gasta el sistema nacional de salud en homeopatía. Mike O’Brien ministro responsable ha indicado al comité que la cifra está en torno a las 150.000 libras al año. Sin embargo, la Sociedad Británica de Homeópatas afirma que la cifra real está en torno a los 4.000.000 de libras al año. El modo en que se llevó a cabo esta protesta contra la homeopatía fue tomar una supuesta sobredosis de productos homeopáticos. «No hubo ningún fallecimiento» dijo uno de los 300 voluntarios que en el Reino Unido, Estados Unidos, Nueva Zelanda participaron en la campaña. «Y tampoco nadie se curó de nada». La campaña estaba dirigida a llamar la atención sobre la homeopatía y su falta de fundamento y poner en evidencia a la cadena farmacéutica Boots para que retire esos productos de la venta en un establecimiento supuestamente serio.
La polémica no está restringida a Europa. El diario Clarín informa que el filósofo y físico Mario Bunge, profesor en la Universidad McGill de Montreal, protestó por la programación de cursos en homeopatía, medicina ayurvédica y medicina tradicional china en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Bunge envió una nota a la prensa titulada «No es posible que permitan este asalto a la modernidad». El decano de la Facultad de Ciencias Médicas, Gustavo Irico, defendió su inclusión en el currículum académico indicando que «estos cursos se dan en la UBA, y también hay algo en la Universidad de Mar del Plata y en Tucumán».
Bunge publicó en el diario La Voz del Interior «A partir de esto se debería revolucionar toda la universidad: la de Química cambiarla por la de alquimia y a la de Psicología por la de parapsicología. Deberían proclamar la contrarreforma y volver a la Edad Media explícitamente».
La polémica terminó rápidamente con la clausura de los cursos. Tras la suspensión, Bunge comentó estar «enormemente feliz». Pero fue más allá y apuntó hacia la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires: «No hay nada de psicología en ella. Es todo superstición psicoanalítica, hay como 55 mil graduados, ninguno de los cuales se puede decir que es psicólogo. La población está inerme en manos de charlatanes. Se necesitan más estudios para ser pedicuro que para ser psicólogo».
Se suele hablar de «medicinas alternativas». Ese es un término que induce a error. No es Medicina ni son medicinas. Habría que llamarlo Cursos en ESO (Estafa, Superchería y Ovnis) Por cierto, se imparten también en algunas universidades españolas. La explicación la tiene Bunge: «es mucho más fácil macanear que buscar la verdad y ponerla en práctica. Una persona sin estudios puede aprender todo ese macaneo en pocos días y no necesita estudiar diez años. Puede empezar a ganar dinero enseguida. La única motivación es comercial, no hay motivación intelectual». Eso es, ganar dinero aprovechándose de personas enfermas y de su ignorancia. Ni más ni menos.
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