El pulpo Paul

¿Quién fue el protagonista más inesperado del Mundial de Fútbol 2010? No fue Cristiano Ronaldo, ni Lionel Messi, ni Iker Casillas, fue un animal invertebrado, el pulpo Paul. Nacido en un acuario de Weymouth, una localidad en la desembocadura del río Wey cercana al Canal de la Mancha, en Inglaterra, su fama le llegó en su destino definitivo, el acuario de Oberhausen, Alemania. Su nombre provenía de un poema de Boy Lornsen, un escritor alemán de literatura para niños, titulado “Der Tintenfish Paul Oktopus” (“El calamar Paul Oktopus”).

Los pulpos son animales muy inteligentes, probablemente los más capaces de todos los invertebrados. Eso no coincide con la opinión de Aristóteles que decía que “era una criatura estúpida, que si el hombre mete la mano en el agua y la agita se acerca a ella” lo que facilita su captura. Se debate mucho el nivel cognitivo de estos animales pero se ha visto que son capaces de resolver un laberinto, solucionar problemas y tienen memoria  a corto y a largo plazo. También se ha visto que algunas especies de pulpos mueven sus brazos de forma que imitan la forma y acciones de otras criaturas marinas como lenguados o corales y otras son capaces de usar herramientas. Uno de los experimentos más llamativos se puede ver en un video de la Casa de las Ciencias en La Coruña. Se pone un bote con un cangrejo dentro delante de un pulpo. El pulpo es capaz de abrir el bote utilizando tres brazos y meterse dentro para comerse el cangrejo. Parece que si se meten botellas o juguetes en un acuario los pulpos juegan con ellos y se ha visto que en ocasiones salen de su acuario para irse a otro en busca de comida e incluso alguna vez se ha comentado que son capaces de subirse a barcos de pesca y abrir cajas para comerse los cangrejos que van en ellas.

El sistema nervioso de los pulpos es muy complejo y solo una parte está en la cabeza. El pulpo común (Octopus vulgaris) tiene unos 500 millones de neuronas, de los cuales solo 45-50 millones están en el cerebro central. Dos tercios de las neuronas se encuentran en los ocho brazos, lo que les permite actuar con cierta autonomía funcional. Los brazos de los pulpos tienen una serie de reflejos que persisten incluso si están desconectados de los ganglios cerebrales. En su evolución, los cefalópodos tuvieron que competir con los peces óseos y con algunos reptiles marinos, por lo que han desarrollado capacidades extraordinarias en sus sistemas nerviosos: Algunas son exclusivas de los cefalópodos, como los cromatóforos, que les permiten unos sistemas de camuflaje que serían la envidia de un camaleón mientras que en otros casos la evolución ha terminado en soluciones parecidas a las de los vertebrados como el ojo compuesto con estructura de cámara o los estatocistos que les ayudan a mantener el equilibrio y a moverse en un espacio tridimensional. Los pulpos son magníficos predadores y eso hace que hayan desarrollado capacidades motoras, sensoriales y cognitivas muy sofisticadas. Entre ellas destacan su excelente visión, los brazos con una flexibilidad y eficacia asombrosa, una gran adaptabilidad en sus comportamientos y la habilidad para aprender rápidamente.

Jean Boal ha hecho una serie de experimentos que demuestran la capacidad de navegación tridimensional de los pulpos. Boal colocó a varios pulpos en acuarios con una serie de referencias tales como objetos de plástico, piedras o grupos de algas. Tras unos pocos ensayos, los pulpos encontraban la ruta más rápida hacia una salida oculta en el fondo del acuario. Lo más llamativo de estos experimentos es que los pulpos eran capaces de aprender dos caminos simultáneamente. Boal les movía de un acuario a otro tras cada prueba y los cefalópodos eran capaces de aprender simultáneamente ambas geografías. Ello puede servir para que al moverse por el mar los pulpos estén memorizando datos de su trayectoria para encontrar en cualquier momento la ruta de escape más rápida ante un predador.

En 1992 dos investigadores italianos Graziano Fiorito y Pietro Scotto realizaron un experimento utilizando como sujeto la misma especie: Octopus vulgaris, el pulpo común. Primero, cogieron un ejemplar y le enseñaron a distinguir entre bolas rojas y bolas blancas. El sistema de aprendizaje es sencillo, si elige la bola blanca, tiene un premio, un poco de comida, si elige la bola roja, tiene un castigo, una suave descarga eléctrica. Ese primer animal es el “demostrador”. A continuación se permitía a un segundo pulpo, que no tenía ningún entrenamiento y que se llamaba el “observador”  ver lo que hacía el primer animal, el demostrador. Después de llevarse a un acuario donde estaba solo, el observador, en el mismo test, elegía de una forma consistente el mismo objeto, la bola blanca, que habían elegido los “demostradores”. Era por tanto un ejemplo perfecto de aprendizaje por observación, no dependía del color de la bola (podía ser que a todos los pulpos les gusten más las bolas blancas que las rojas) porque el experimento funcionaba también si los colores se invertían (el rojo premio, el blanco castigo) y el aprendizaje del observador era incluso más rápido que el condicionamiento de los animales (el aprendizaje del “demostrador”). El observador hacía el examen prácticamente sin errores todas las veces que se repetía y sin recibir premios ni castigos durante cinco días.

No está muy clara la importancia biológica de estos resultados. Los pulpos jóvenes tienen muy poco contacto con sus padres, que tienen una vida media corta en torno a dos años y se piensa que no tienen la ocasión de aprender nada de ellos.

El pulpo Paul se hizo famoso porque mediante su comportamiento de alimentación predijo correctamente el ganador de los siete partidos en los que participó la selección alemana en la Copa del Mundo de 2010, así como el resultado de la final. Sus cuidadores prepararon en su pecera un sistema de dos cajas de metacrilato donde se colocaba un premio, un mejillón sin la concha y por fuera de cada caja la bandera de dos equipos que se iban a enfrentar en el siguiente partido. El primer mejillón que se comía marcaba su candidato para la victoria en el siguiente partido. Su fama le llego de haber acertado los ocho emparejamientos que se le propusieron. Los alemanes le llamaron el pulpo oráculo (Krakenorakel), los indios le llamaron cariñosamente Baba Paul y algunos ingleses, tan propensos a creer en tonterías y a hacer dinero de los crédulos –de hecho cobran entrada por ver en Londres la casa de ¡Sherlock Holmes!- dijeron que tenía poderes psíquicos (“psychic octopus”). España contribuyó a la fiesta con unas declaraciones en broma de Rodríguez Zapatero proponiendo mandar guardaespaldas para proteger a Paul y otras en serio de los responsables de la fiesta del pulpo en O Carballino ofreciendo 30.000 euros por el “fichaje” del cefalópodo al que prometían no comer con pimentón y cachelos.

Paul acertó los ganadores de los siete partidos que jugó la Mannschaft contra Australia, Serbia, Ghana, Inglaterra, Argentina, España y Uruguay.Su predicción de que Argentina sería derrotada impulsó al chef de la selección albiceleste, Nicolás Bedorou a colgar una receta de pulpo en su facebook. El cuidador de Paul, Oliver Walenciak, respondió diciendo “Siempre hay gente que se quiere comer nuestro pulpo pero él no es ningún cobarde y nosotros estamos aquí para protegerle también. Sobrevivirá.” Durante sus días de fama, su cuenta en Facebook arrollaba y las palabras “Paul the octopus” y “pulpo” estuvieron entre las de mayor presencia mundial (global trends) en twitter. Como venía de Wyemouth, la cuidadora allí fue entrevistada por el Dorset Echo al que declaró: “nunca hizo ninguna predicción mientras vivió aquí pero quizá estaba esperando un gran evento como la Copa del Mundo para revelar sus habilidades”. Tras leer tantas tonterías hay que decidir si enfadarse o soltar la carcajada. Mejor lo segundo que es más sano.

El pulpo Paul murió el 26 de octubre de 2010. Antes de eso se había capturado otro pulpo cerca de Montpellier, en Francia. El segundo pulpo llamado evidentemente Paul II estuvo dos meses en cuarentena antes de la prevista reunión con Paul. Desgraciadamente, Paul (o Paul primero) murió mientras Paul II estaba en cuarentena, con lo que las esperanzas de que Paul le enseñara a “predecir” los ganadores de los partidos se fue al garete. La explicación científica de los aciertos de Paul puede ser algún truco como los que utilizan los magos o más probablemente una racha de suerte que tiene una probabilidad baja (1/256), pero no imposible. Y es que además, al final solo nos acordamos de los que aciertan. En la misma Copa del Mundo de 2010 participaron como oráculos León el puercoespín que eligió a Australia frente a Alemania (falló), Petty el hipopótamo pigmeo que se inclinó por Serbia (falló), Jimmy el cobayo peruano y Anton el tamarino que se inclinaron por Ghana (fallaron). En otros lugares, Mani la cotorra de Singapur, el pulpo Pauline de Holanda, el pulpo Xiaoge de Qingdao en China, el chimpancé Pino y el potamóquero rojo Apelsin de Tallin en Estonia que todos votaron por Holanda en la final. Solo el cocodrilo Harry de Australia demostró que él sí tenía poderes psíquicos porque acertó que esa final la ganaría La Roja. Faltaba más.

Para leer más:

  • Deligeorges S. (2001) Los cefalópodos también aprenden. Mundo Científico 227: 36-37.
  • Fiorito G, Scotto P. (1992) Observational Learning in Octopus vulgaris. Science. 256(5056):545-547.
  • Hochner B, Shomrat T, Fiorito G. (2006) The octopus: a model for a comparative analysis of the evolution of learning and memory mechanisms. Biol Bull. 210(3): 308-317.
  • http://en.wikipedia.org/wiki/Octopus_paul#cite_note-Death.252520threats-23

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

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Una respuesta a «El pulpo Paul»

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