Loquillo, pero no loco

A Laura López-Mascaraque y Juan A. de Carlos

 Los pájaros carpinteros, pitos, picos, picapinos, carpinteritos, picamaderos, picatroncos, chupasavias y torcecuellos, que de todas estas formas se denominan, forman una gran familia de aves, los Picidae, que están distribuidos por todo

el mundo salvo en Australia, Madagascar, los desiertos más áridos y las regiones polares. Curiosamente, aunque la mayoría vive en bosques, hay unas pocas especies que viven en desiertos o en montañas rocosas donde no hay árboles que picar, así que son carpinteros sin madera pero se han adaptado a un hábitat donde la competencia de otras aves insectívoras es mucho menor. Algunas especies de pájaros carpinteros buscan presas en el suelo o en madera en descomposición, pero la mayoría lo hace en madera sana que deben descortezar o taladrar. Para ello tienen picos largos, aguzados y fuertes. El extremo del pico tiene la forma de una gubia y se mantiene afilado por el roce continuo con el leño del árbol. Al igual que hace un verdadero carpintero, el pájaro primero penetra con el pico y luego hace palanca para desprender una astilla e ir profundizando en el tronco del árbol. Las lenguas son largas, finas y tienen pequeñas cerdas y un extremo pegajoso lo que les permite perseguir y capturar los insectos que se esconden en las grietas de la madera.

Una de esas preguntas que se hacen los neurobiólogos es cómo es posible que el pájaro carpintero no se dañe el cerebro. Todos conocemos las lesiones cerebrales que puede sufrir un boxeador que recibe impactos ocasionales en la cabeza unos cuantos días al año. Imagínese lo que es golpear la cabeza contra una superficie dura, mucho más rígida que un guante de boxeo, durante muchas horas al día, todos los días de tu vida. El pájaro carpintero más famoso es Woody Woodpecker, conocido en España como el Pájaro Loco o Loquillo. No debería ser raro que este personaje de dibujos animados tuviera problemas de demencia tras tratar de esa manera a sus neuronas. De hecho, el Pájaro Loco era un poco excéntrico y era el personaje de dibujos más políticamente incorrecto de su época, no solo hacía insinuaciones sexuales a cuanta pajarita se le acercaba sino que no parecía tener mucho freno a la hora de consumir alcohol y tabaco. Si pensamos cómo tratan estos pájaros a su cabeza, no es de extrañar que Loquillo tenga un comportamiento un poco extraño, algo que no sucede en los animales verdaderos. Se ha calculado que, cada día, la cabeza de un picapinos impacta entre 8.000 y 12.000 veces contra la madera del tronco que pica. En ese movimiento, la cabeza del pájaro carpintero se mueve a una velocidad de 6-7 metros por segundo y en cada picotazo, el cerebro experimenta una brutal desaceleración de 1.000 veces la fuerza de la gravedad (1.000 g). Para los pájaros carpinteros, el golpeteo contra los árboles es una parte consustancial de su comportamiento: usan ese movimiento no solo para buscar comida sino también para crear una cavidad que le sirva de nido, para atraer una pareja –ese atractivo del macho trabajando, aunque sea repartiendo coca-cola o escribiendo libros de Neurociencia- y para marcar los límites de su territorio.

Nuestro protagonista está muy expuesto a los accidentes laborales. La protección es clave para los pájaros carpinteros. Un milisegundo antes del contacto con la madera, una gruesa membrana nictitante, una especie de párpado bajo el párpado, se cierra sobre los ojos, protegiéndoles de alguna astilla que pueda saltar. También se ha visto que las narinas, los orificios nasales, están protegidos, normalmente tienen una forma característica de ojal, en vez de las formas circulares comunes en otras especies de aves y además existen unas plumas especiales que protegen estas aberturas como si fuera un paraguas. Con eso evita que le pueda entrar en la cavidad nasal partículas de madera que luego pueden ser difíciles de expulsar.

Pero el punto interesante es el cerebro. Es una estructura frágil y, al mismo tiempo, esencial para la supervivencia del organismo. Entre los factores involucrados en su protección se han descubierto los siguientes: su pequeño tamaño, lo que genera una menor inercia en el golpe; su superficie lisa,lo que favorece un amplio contacto con el interior del cráneo actuando como un auténtico contenedor, la presencia de muy poco líquido cefalorraquídeo y un espacio subdural muy pequeño, lo que evita que el cerebro flote dentro de la cavidad craneana; la orientación dentro del cráneo, que maximiza el contacto entre el cráneo y el cerebro para evitar esos movimientos internos dentro de la cavidad y la corta duración del contacto entre el pico y la madera. Otro aspecto importante de la cabeza es un hueso hioides. Este hueso es fino y flexible, como si fuera una lámina de acero y forma un auténtico cinturón de seguridad rodeando la cabeza. Los huesos del cráneo tienen una parte compacta y dentro hueso esponjoso en todas las especies. En los pájaros carpinteros, el hueso esponjoso es comparativamente mucho más abundante en la frente y el occipucio, pero no en otras partes del cráneo. El hueso lateral y dorsal forma un cráneo fuerte y compacto, los frontales y occipitales se convierten en amortiguadores del golpe. En el movimiento de picar, el cerebro puede ser impulsado hacia la frente o rebotar en la zona occipital, las regiones que presentan una mayor proporción de ese hueso esponjoso, con lo que también se minimiza el daño.

Se pensaba que el pájaro golpea con la cabeza recta, de esa manera se evitan las fuerzas rotacionales que son las que producen el mayor daño cerebral. Sin embargo, se ha visto que sí se producen movimientos rotacionales pero todos los mecanismos que hemos descrito, coordinados entre sí, permiten evitar las lesiones encefálicas.

Otro punto importante es que se ha visto que la parte superior y la inferior del pico tienen longitudes distintas. La capa de tejido que recubre el pico superior es un poco más larga (1.6 milímetros) que en el pico inferior. Por el contrario, la estructura ósea de gran resistencia del pico superior es un poco más corta, 1.2 milímetros menos, que la del pico inferior. Esta morfología del pico compensa la fuerza del impacto, dirige el mayor estrés biomecánico hacia el pico inferior y, desde allí, hacia la zona inferior de la cabeza, lo que disminuye el riesgo para el cerebro.

Este estudio puede parecer el típico divertimento de los científicos, el ejemplo de una investigación que no vale para nada. Algunos dirían que si el pájaro carpintero no tiene daño cerebral, mejor para él y deberíamos dedicarnos a temas de más calado, a preocuparnos de las cosas verdaderamente importantes, las que afectan a los seres humanos. Todavía recuerdo el comentario del padre de un amigo, un hombre bueno y trabajador, cuando al ver en la televisión los esfuerzos que se estaban haciendo para la supervivencia del lince dijo asombrado “¿pero estos bichos se comen?” No daba crédito a tanto esfuerzo por un animal que no parecía tener una verdadera utilidad y no conocía que si no nos preocupamos de entender y evitar la extinción de las especies estaremos poniendo en peligro nuestra propia supervivencia. El estudio con los pájaros carpinteros es más importante de lo que parece. El daño cerebral es una de las causas principales de morbilidad (número de personas afectadas por un trastorno de la salud) y muerte, tanto en los países industrializados como en los que están en vías de desarrollo. Se considera que los daños cerebrales causan el 15% del total de personas que mueren o quedan discapacitadas. En los Juegos Olímpicos de 2004, el 24% de las lesiones fueron traumatismos craneoencefálicos. Es la principal causa de muerte en adultos jóvenes, fundamentalmente por accidentes de tráfico o lesiones causadas por caídas durante la práctica de un deporte. El daño cerebral puede estar causado por un impacto o por un cambio súbito en la velocidad linear o angular de la cabeza, lo mismo que sucede en los pájaros estudiados. El conocimiento de la estructura del cráneo de los pájaros carpinteros ha abierto una línea de trabajo para diseñar protecciones, cascos más eficientes para el motorista, el niño que va en bicicleta o el trabajador de una mina o una obra de la construcción. En resumen, por primera vez en la historia de la Humanidad es posible que gracias al pájaro carpintero se puedan salvar vidas humanas. Ni más, ni menos.

Para leer más:

  • Wang L, Cheung JT, Pu F, Li D, Zhang M, Fan Y. (2011) Why Do Woodpeckers Resist Head Impact Injury: A Biomechanical Investigation. PLoS One. 6(10):e26490. Epub 2011

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


6 respuestas a «Loquillo, pero no loco»

  1. […] golpear con la cabeza un árbol a siete metros por segundo no es suficiente para volverte demente, ¿qué lo es? Sino, que se lo digan al Pájaro Loco, o […]

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