Tomateras parlanchinas

¿Te imaginas que una tomatera hablase con la tomatera de al lado? ¿Y qué le diría? Como dos vecinos, es posible que hablasen del tiempo, si esas nubes anuncian lluvia o de salud, hoy no me encuentro bien y me han salido estas manchitas en la hoja. Pues bien, aunque parezca un chiste, parece que algo así puede ser cierto.

El 80% de las plantas tienen sus raíces colonizadas por hongos beneficiosos. Estos hongos forman unas estructuras estables, íntimamente ligadas con las células de la raíz de la planta, que se llaman micorrizas. Las micorrizas son filamentos que pueden alcanzar un enorme desarrollo y que proporcionan agua y sustancias minerales a la planta a cambio de azúcares que el vegetal ha hecho por fotosíntesis y pasa al hongo. Lo llamativo es que parece que las plantas utilizan también esa red de filamentos para comunicarse. Un grupo dirigido por Ren Sen Zeng de la Universidad Agronómica del Sur de China en Guangzhou lo ha demostrado en tomates. Los investigadores chinos plantaron tomateras y dejaron que algunas parejas establecieran conexiones mediante micorrizas. Las plantas así interrelacionadas intercambiaban agua y nutrientes, lo que hacía que fueran más resistentes a la sequía. Pero el grupo de Zeng intentó ver si esos filamentos fúngicos servían para algo más. Para ello infectó una tomatera del par con una especie patógena, Alternaria solani, que causa una roña temprana en las plantas. 65 horas más tarde infectaban la segunda tomatera de la pareja y veían como se comportaba. Si las plantas estaban conectadas por micorrizas, la segunda planta desarrollaba la roña con menos frecuencia y si lo hacía, era más leve. Además, se vio que la segunda planta tenía activadas enzimas y genes que le protegen contra la roña. Parecía evidente que la primera planta había avisado a la segunda para que pudiera en marcha todos sus sistemas de protección y que la vía eran las micorrizas. Zeng lo llamaba “el internet de las comunidades de plantas”. Se podría pensar que las plantas utilizan otras vías de comunicación: es bien sabido que las plantas emiten por las hojas  hormonas vegetales que pueden actuar sobre otras plantas. Estas señales son lentas, dependen mucho de las condiciones atmosféricas y el grupo de Zeng lo excluyó envolviendo a las tomateras en bolsas selladas. Las raíces también pueden emitir alguna señal pero su alcance es muy limitado. Este trabajo tiene también implicaciones prácticas para nuestras cosechas. Las plantas cultivadas frecuentemente no desarrollan micorrizas: tienen el agua que necesitan, tienen fertilizantes y no necesitan recurrir a las simbiosis con los hongos. Sin embargo, después de estos experimentos es posible que nuestros sistemas agrícolas estén impidiendo que las plantas se beneficien de estos sistemas de defensa contra infecciones y plagas.

El grupo de Suzanne Simard y Dan Durall en la Universidad de la Columbia Británica en Canadá ha demostrado que las redes de micorrizas pueden ser enormes. Vieron que una red de micorrizas cubría toda la superficie de un bosque y que cada árbol se conectaba con varias docenas de otros árboles, algunos a distancias superiores a los treinta metros. Además, las redes de micorrizas pueden conectar plantas de distintas especies por lo que la comunicación puede extenderse a individuos muy diferentes. Michael Marshall de New Scientist que publicaba esta noticia indicaba que no sé sabe si el sistema funciona tan bien en el mundo real como Zeng ha mostrado en el laboratorio pero si es así, “puede haber muchas plantas que estén en estos momentos charlando por debajo de nuestros pies.»

José Ramón Alonso

CATEDRÁTICO EN LA Universidad de Salamanca

Neurocientífico: Producción científica

ORCIDLensScopusWebofScienceScholar

BNEDialNetGredosLibrary of Congress


Una respuesta a «Tomateras parlanchinas»

  1. Avatar de martinantonia
    martinantonia

    en que año se realizo estos experimentos y se han hecho otros avances ?

Muchas gracias por comentar


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